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Un sueño, mientras dormía, llevó a un residente de Ipatinga, en el estado brasileño de Minas Gerais, a tomar medidas extraordinarias: cavar un pozo de 40 metros debajo de su cocina con la esperanza de encontrar oro. La obsesión por este anhelado tesoro condujo a una tarea monumental y, finalmente, a un desenlace que dejó a todos sorprendidos.
Con una pala y una determinación inflexible, el residente emprendió la excavación en su hogar, convencido de que un tesoro dorado yacía bajo tierra. Vecinos y curiosos observaron asombrados como el hombre, durante un año, trabajó en ello.
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Sin embargo, João Pimenta da Silva, un ciudadano brasileño de 71 años, cayó por el mismo hoyo de 40 metros de profundidad que había excavado y murió por el fuerte impacto. El hombre llegó al lugar y perdió el equilibrio causando que cayera en el orificio. Caso que hace recordar al del menor que cayó a una alcantarilla en Bogotá y falleció por el golpe.
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Pimenta da Silva le pidió ayuda a su vecino, Antônio Wilson Costa, quien estuvo trabajando en la perforación del suelo durante un tiempo. El hombre cuenta que la víctima contrató hasta un biólogo para que hiciera estudio del lugar y poder empezar a cavar.
“Llamó a alguien que se llama Teófilo Otoni, un biólogo del lugar, para evaluar el lugar y empezar a cavar. Empezamos, paramos un día, luego seguimos. Trabajé hasta llegar a los 19 metros. Teníamos un compresor de oxígeno, martillo, bomba. Estaba buscando oro, pero no había nada de oro, encontramos que era agua”, señaló el hombre, quien manifestó recibir 250 reales por día trabajado, según información difunda por el diario La Nación de Argentina.
El reporte oficial de las autoridades de Ipatinga señaló que Pimenta da Silva padeció diversos daños físicos, entre los cuales se incluyen traumatismos en varias partes del cuerpo, fracturas expuestas en ambas piernas, una fractura en la cadera, cortes en el abdomen y tronco, y un grave traumatismo craneoencefálico.
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