Se avecinan tiempos aún más turbulentos para las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos. Estos pueden ser algunos de los ingredientes:

Más sanciones

Estados Unidos, que desde marzo de 2015 considera a Venezuela “una amenaza para la seguridad nacional”, ya aplicó una batería de medidas contra unos 60 funcionarios y exfuncionarios venezolanos, entre ellos Maduro y otros altos cargos, a quienes acusa de corrupción y narcotráfico.

Trump también prohibió a entidades estadounidenses negociar deuda del Estado venezolano o de su petrolera PDVSA, y comerciar con el petro, la criptomoneda lanzada por Caracas.

“Si Maduro gana, como se espera, el gobierno estadounidense seguramente apretará las tuercas aún más”, opinó David Smilde, del centro de investigación y promoción de los derechos humanos WOLA, con sede en Washington.

Aumentarán “las sanciones en contra de funcionarios, en algunos casos incluyendo a familiares y asociados”, señaló Mariano de Alba, un abogado venezolano experto en relaciones internacionales que también vislumbra más acciones de ese tipo de la Unión Europea y Canadá, y de países latinoamericanos, impulsados por Washington a presionar a Caracas.

A la lista del Departamento del Tesoro se incorporarán personas que no han sido incluidas, como el poderoso dirigente Diosdado Cabello, estimó Jason Marczak, director del centro sobre Latinoamérica de la usina de pensamiento independiente Atlantic Council.

“Trump no tendrá más remedio que mostrar mayor dureza”, apuntó Michael Shifter, presidente del centro de análisis Diálogo Interamericano, luego del anuncio días atrás de la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, de “seguir aislando a Maduro hasta que ceda”.

El efecto Conoco

No obstante, un embargo petrolero parece poco probable en el corto plazo, dijo De Alba, especialmente luego de que la estadounidense ConocoPhillips tomó el control de activos de PDVSA luego de ganarle un litigio de más de 2.000 millones de dólares, un duro golpe para Caracas.

“Supone una gran carga para el gobierno de Maduro porque ningún petrolero venezolano puede salir a aguas internacionales sin la amenaza de ser incautado”, dijo Marczak.

Smilde coincidió. Pero dijo que antes de un bloqueo total, Washington puede tomar medidas contra la industria petrolera venezolana, columna vertebral de la economía, como aplicar sanciones a las aseguradoras de los buques petroleros.

“Una medida más drástica –detener las importaciones de petróleo desde Venezuela– parece ahora menos probable, ya que eso podría exacerbar la crisis humanitaria del país, fortalecer a Maduro políticamente y abrir el camino para una mayor participación rusa y china en Venezuela”, advirtió Shifter.

Estados Unidos buscará evitar “factores externos” que agraven la “ya increíble crisis humanitaria” y lleven a la migración de más venezolanos, dijo Marczak.

El factor militar

¿Pueden los militares jugar un papel en la “restauración democrática” que Estados Unidos busca en Venezuela?

Trump sugirió en agosto pasado “una posible” operación armada entre las “muchas opciones” para forzar a Maduro fuera del poder, una alternativa que algunos venezolanos en Miami han aplaudido y que pareció más verosímil con la llegada de “halcones” a la Casa Blanca: el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el asesor de seguridad nacional, John Bolton.

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“Hay un riesgo claro de acción militar de parte de Estados Unidos”, sostuvo Smilde. “Hay venezolanos expatriados pidiendo eso hace tiempo y siempre hay políticos y funcionarios interesados en una acción militar”.

Shifter no está de acuerdo. “Aunque el gobierno dice repetidamente que ‘todas las opciones están sobre la mesa’, la intervención militar estadounidense sigue siendo altamente improbable”, dijo.

Marczak tampoco cree que eso esté en el horizonte. Pero no descarta que tras los comicios, el “descontento” se apodere cada vez más del ejército venezolano y muchos decidan dejar de seguir órdenes del líder electo de manera “ilegítima”.

“Será cada vez más difícil mantener alineados a los militares a medida que la crisis económica empeore”, sentenció.

Palabras vs. hechos

Oficialmente, Washington promueve una presión externa multilateral que propicie una solución interna pacífica en Venezuela. Así lo aseguró el vicepresidente Mike Pence ante la Organización de Estados Americanos (OEA) hace semana y media.

Richard Feinberg, del Instituto Brookings, deplora que no exista “una política coherente y factible”.

“Creo que la retórica de la administración Trump sobre Venezuela, como en Cuba, está más orientada a complacer a las respectivas comunidades en el exilio que a obtener resultados reales en esos países”, dijo.

Victoria Gaytán, del grupo de expertos en política exterior Global Americans, espera sin embargo más presión a Caracas después del domingo, no solo de Estados Unidos, sino internacional, desde el desconocimiento del resultado electoral, hasta restricciones de visas a funcionarios venezolanos y más sanciones económicas.