Los primeros disparos se produjeron poco después de las 5 de la tarde, hora local, en un paseo peatonal de la urbe de casi 500.000 habitantes, capital del estado de Carolina del Norte.

Según medios locales, enseguida se desplegó un gran contingente con fuerzas de seguridad para dar con el autor del tiroteo.

“Lo vi pasar frente a mi casa, en el jardín. Tenía un rifle de caza de cañón largo y estaba vestido de camuflaje”, dijo a la cadena local WRAL un testigo que no quiso dar su apellido y se identificó como Robert.

En conferencia de prensa, la alcaldesa Mary-Ann Baldwin lamentó un “día triste y trágico” y detalló que “aproximadamente a las 8 pm, la policía de Raleigh había indicado que rodeó a un sospechoso en una vivienda del área”.

Poco después, la policía de la ciudad escribió en Twitter: “El sospechoso ha sido detenido”. Se trata de un “joven hombre blanco”, precisó el teniente Jason Borneo.

“Esta noche, el terror golpeó a nuestra puerta”, lamentó el gobernador del estado, Roy Cooper, en conferencia de prensa. “La pesadilla de toda población llegó a Raleigh. Es un acto de violencia sin sentido, horrible e indignante”, dijo el dirigente del Partido Demócrata.

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Ante esta violencia “debemos hacer más”, reclamó la alcaldesa de Raleigh, en referencia a los tiroteos que regularmente suceden en Estados Unidos, donde la difusión de armas de fuego y facilidad de acceso son tema de constante debate nacional.

“Debemos poner fin a esta violencia desenfrenada en Estados Unidos. Debemos responder a la violencia armada. Nuestra tarea es inmensa. Y esta noche nuestro luto es inmenso”, afirmó.

Unas 49.000 personas murieron por armas de fuego en 2021 en el país, contra 45.000 en 2020, lo que ya marcaba un récord. Equivale a más de 130 decesos diarios, la mitad de ellos suicidios. Pero son los tiroteos con muchas víctimas los que conmocionan cada tanto al país y a la vez ilustran la brecha ideológica entre conservadores y progresistas sobre cómo prevenir este tipo de tragedias.

La historia reciente estadounidense está marcada por masacres periódicas que fomentan la idea de que ningún sitio de la vida cotidiana es seguro. Sin embargo, el Congreso estadounidense no ha apostado por una legislación ambiciosa, y muchos congresistas yacen bajo la influencia de la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA), el principal lobby armamentista del país.

Los únicos avances legislativos recientes siguen siendo marginales, y se han mantenido en la verificación de los antecedentes penales y psiquiátricos por encima de la compra de armas.