En una rueda de prensa, el sheriff del condado de Butte, Kory Honea, actualizó la lista de desaparecidos, que se disparó de los 631 de ayer a 1.011, aunque el alguacil recordó que se trata de una “lista dinámica que fluctuará cada día” a causa de lo caótico de la situación, ya que puede que haya individuos que hayan sido contados dos veces o que estén a salvo pero no se les haya podido contactar.

Además del incremento en el número de desaparecidos, los servicios de emergencias recuperaron este sábado los cadáveres de ocho personas, lo que asciende la cifra de muertos en el ‘Camp Fire’, el más mortífero de la historia del estado, a 71.

Los otros tres fallecidos se produjeron en el ‘Woolsey Fire’, que quema también desde hace más de una semana en el sur del estado, cerca de Los Ángeles.

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De acuerdo con los últimos datos, el ‘Camp Fire’ ha destruido más de 12.000 edificios, en su mayoría en la población de Paradise, que quedó completamente engullida por las llamas, y ha quemado 57.500 hectáreas, mientras que los bomberos han logrado contenerlo en un 50 %.

Pese a los avances conseguidos en la lucha contra las llamas durante las últimas horas, las autoridades alertaron de que se espera que durante el fin de semana soplen fuertes rachas de viento seco, lo que dificultaría las tareas de extinción como ya sucedió a principios de la semana.

Unas 40.000 personas permanecen evacuadas en la zona, mientras que el humo de la conflagración se desplaza cientos de kilómetros y mantiene zonas muy pobladas como Sacramento o toda el área de la Bahía de San Francisco bajo alerta máxima por la mala calidad del aire.

Las partículas que se encuentran en el humo pueden irritar y causar daños en los pulmones y los ojos, ante lo que los responsables de salud pública recomiendan no salir de casa salvo que sea imprescindible a todos los grupos de edad.

Por su parte, el presidente estadounidense, Donald Trump, visitará el sábado las zonas afectadas por los fuegos y se reunirá con algunas de las víctimas.