Incluso con los avances tecnológicos y en sistemas de monitoreo, las erupciones de volcanes siguen siendo un fenómeno difícil de predecir. Por ejemplo, en mayo del año pasado, el volcán Nyiragongo entró en erupción en la noche, tomando por sorpresa a habitantes de Goma en la República Democrática del Congo, quienes tuvieron que salir rápidamente de sus casas.

El suceso dejó 31 muertos, al menos 750 heridos y miles de desplazados. Las autoridades, por su parte, estaban desconcertadas por cómo llegó a pasárseles por alto los signos de advertencia de que una erupción estaba en camino. Después de todo, solo seis años antes, en 2015, geólogos habían instalado equipos sísmicos alrededor del volcán para detectar señalas de advertencia antes de una erupción. Usualmente, se pueden detectar pequeños terremotos, la salida de gases nocivos u otros cambios en el comportamiento usual del volcán.

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Aunque este año, un estudio dio luces sobre por qué no se presentaron los signos de advertencia usuales, lo cierto es que predecir las erupciones volcánicas sigue siendo una preocupación, que también ha sido abordada por la comunidad científica.

Otra investigación publicada a finales de octubre en Scientific Reports, muestra cómo se podrían utilizar drones de tamaño pequeño para monitorear ciertas características químicas de las columnas volcánicas, que son útiles a la hora de predecir la inminencia de una erupción. Una de estas propiedades es la proporción entre dióxido de carbono y dióxido de azufre, que puede dar pistas sobre las reacciones que se están produciendo bajo la superficie. En ciertas ocasiones, esta proporción cambia rápidamente antes de que un volcán haga erupción.

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Drones de grandes tamaños ya se han utilizado para este mismo propósito, pero el nuevo estudio utilizó un “dron muy pequeño que puede transportarse fácilmente a pie a terrenos de difícil acceso y, además, sólo requiere unos mínimos preparativos administrativos y de vuelo para su funcionamiento como plataforma de observación aérea”, dicen los investigadores en el documento.

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Probaron el sistema en la isla de Vulcano (Italia) en abril de 2022 y lo hicieron volar hasta un campo fumarólico, es decir, “un área del volcán, con fracturas o conductos de diferentes tamaños, por donde salen en forma permanente y perceptible gases de procedencia magmática e hidrotermal”, como explica el Servicio Geológico Colombiano (SGC). Durante sus vuelos de prueba, el dron pudo medir con rapidez y precisión las emisiones gaseosas del campo para vigilar la actividad volcánica.

El equipo investigador reconoció, sin embargo, que, como la proporción entre concentraciones esperadas de dióxido de carbono y dióxido de azufre en las emisiones volcánicas abarca un rango muy amplio, “es difícil hacer una recomendación general sobre los rangos de concentración más apropiados para los sensores utilizados, aunque generalmente los sensores más sensibles deben utilizarse para medir la relación a una distancia mayor, mientras que los sensores menos sensibles con un límite de cuantificación más alto pueden utilizarse para medir más cerca de la fuente de emisión”.