France 24 la componen cuatro cadenas mundiales de información continua (en francés, árabe, inglés y español), que emiten las 24/7 en 355 millones de hogares en los 5 continentes. France 24 cuenta con 61,2 millones de telespectadores semanales (medición realizada en 67 países de los 183 en los que se emite al menos una de las cadenas) y es el primer ca...
La cadena de televisión y radio pública lucha por sobrevivir en medio de la que se proyecta como su peor crisis institucional y de credibilidad tras haber manipulado un discurso de Donald Trump en uno de sus documentales. Mientras organizaciones de periodistas piden protegerla por su importancia para la democracia, otros sectores cuestionan si se debe acabar su financiación a través de los impuestos. France 24 consultó a expertos en periodismo sobre cuál puede ser la salida a esta aguda crisis. Entrega desde Londres.
La aceptación por parte de la ‘BBC‘ del “error de juicio” en la edición de un discurso de Donald Trump emitido en octubre de 2024 es la estocada que hiere la credibilidad de una de las cadenas informativas y de entretenimiento más prestigiosas e icónicas del mundo.
“Reconocemos que la manera en que se editó el discurso dio la impresión de un llamado directo a la acción violenta. La BBC desea disculparse por ese error de juicio”, señaló Samir Shah, presidente del grupo audiovisual, en medio de la agria polémica.
Lejos de acabar el mal momento, las renuncias del director director general, Tim Davie y Deborah Turness, CEO de noticias, incrementaron el debate diario sobre los errores editoriales, el tratamiento informativo y los posibles sesgos sobre los asuntos espinosos del acontecer mundial.
Este debate, en el que han terciado el Gobierno británico, los partidos políticos de diferentes espectros, organizaciones de periodistas y académicos, ha llevado, nuevamente, a evaluar el impacto en la confianza del público con la cadena, así como el futuro y su financiación, a través de un impuesto anual por hogar de 230 dólares y con un presupuesto de un poco más de 7.000 millones de dólares al año.
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“La razón por la que la crisis actual es tan difícil para la ‘BBC’ es que hoy en día somos una sociedad muy, muy polarizada y dividida. El valor de la ‘BBC’, el valor por más de 100 años, ha sido ser una fuente consensuada de verdad fiable en la que todo el mundo puede estar de acuerdo, en lo que respecta a las convicciones políticas de la gente. Y eso se está perdiendo muy, muy rápidamente. Si nos fijamos en Gaza como un buen ejemplo, la ‘BBC’ es atacada tanto por la izquierda como por la derecha por lo que dice”, dice a France 24 Simon Hinde, director de periodismo de la University of the Arts London.
¿Es posible salir de esta crisis?
No es la primera crisis que afecta la credibilidad de la cadena. La lista de las que se desataron bajo el liderazgo de Tim Davie es larga. No solo por el tratamiento y criterio editorial sino por decisiones internas para proteger a sus estrellas como Huw Edwards, condenado pedófilo al que la cadena resguardó a pesar de denuncias de colegas y de externos sobre acoso sexual.
Incluso, Edwards –quien fuera el presentador estrella de la BBC y, por ende, la cara visible de la cadena en eventos y cubrimientos históricos como el funeral de la Isabel II y la coronación del Rey Carlos III– continúo recibiendo su alto salario a pesar de haber sido arrestado por la Policía en 2023.
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Otro escandalo reciente fue el del presentador del popular reality Master Chef, Gregg Wallace, que por más de 50 denuncias de acoso y comentarios sexuales a colegas –que fueron ignorados– fue despedido en julio.
Sin embargo, las acusaciones internas sobre manipulación de contenido, evidenciada en la edición del discurso de Donald Trump y los posibles sesgos a la hora de informar o no sobre asuntos controversiales, desataron una crisis existencial en la que la ‘BBC’ parece tomar un rumbo para repensa su futuro.
“Para que la BBC sobreviva tal y como es, necesita contar con el apoyo financiero de la mayoría de los británicos. Si la gente cada vez utiliza menos la ‘BBC’, pero se ve obligada a pagar por ella a través de los impuestos, se crea una gran tensión. Es fácil imaginar un mundo en el que la ‘BBC’ se convierta en algo diferente”, lanza Hinde.
Los cambios seguramente no solo serían a nivel editorial, sino mucha más revisión y auto regulación, perspectivas de opinión más amplias y variedad en la manera que se financia.
Por años se ha planteado que la ‘BBC’ deje ser financiada por impuestos y se abra a un modelo de suscripción o que acepte publicidad.
Sin embargo, Juan Solari, profesor asociado en la maestría de periodismo para televisión de City St Georges, University of London, resalta para France 24 que la crisis actual se originó por un ejercicio propio de autorregulación, de revisión y de control de la misma cadena.
“Lo que todos los que estamos en el mundo del periodismo tememos es que esto vaya a crear una presión, en el sentido de que logren que la ‘BBC’ se autocensure y empiece a crear contenido que no es tan libre como siempre ha sido”, asegura Solari.
¿’Cacería de brujas’ aprovechando un error?
El debate actual gira alrededor de cómo enmendar los errores, aprender de estos y cómo salvar la cadena, pero, una vez más, se adiciona el elemento de la financiación pública.
Según Hinde, el golpe a la credibilidad y a la confianza entre los británicos que son quienes pagan el impuesto, puede tener un impacto.
El impuesto con el que se financia actualmente es controversial porque debe ser pagado por el solo hecho de tener un televisor y poder encenderlo.
La polémica también crece porque es muy probable que en 2026, el impuesto de la licencia que financia la ‘BBC’ aumente de 230 a 237 dólares. Los escándalos incrementan el rechazo público de los británicos.
“Va a ser algo muy difícil de manejar porque el canon es bastante difícil de justificar en muchos sentidos ahora. Es muy posible que en los próximos dos o tres años tengamos un gobierno de extrema derecha, un gobierno populista, que en esencia es muy hostil o probablemente muy hostil hacia la ‘BBC’”, opina Hinde.
Para Solari no hay duda de que esta crisis ha sido aprovechada por sectores políticos que quieren ver su caída.
“Yo creo que tienen muchas presiones externas, no siempre es de la derecha. También va a haber gente de la izquierda que los ataque cuando no van bien. Estos factores políticos, esta tensión que hay cuando creas programas periodísticos de alto nivel con fuerte contenido de investigación, van a crear estas presiones”.
Sugiriendo que la cacería de brujas contra la ‘BBC’ es real, la columnista de ‘The Guardian‘, Jane Martinson denunció que Michael Prescott, quien escribió el informe sobre la cadena, tendría un conflicto de intereses y reveló su cercanía con Boris Johnson cuando este lo nombró como asesor del regulador de comunicaciones británico OFCOM.
“Dejemos de lado, por ahora, las acusaciones directas sobre fallos específicos en la cobertura de la ‘BBC’ y su desconcertante incapacidad o falta de voluntad para defenderse durante la última semana. Sin embargo, la polémica oscurece el contexto que explica lo que, en esencia, es una campaña política contra la ‘BBC’ que podría servir de ejemplo paradigmático de cómo confundir y socavar el periodismo que, como mínimo, aspira a la imparcialidad en un mar de manipulación y distorsión”, afirmó Martinson.
Pero Hinde resalta que los ataques hacia la ‘BBC‘ no solo provienen de políticos o detractores.
“Muchos medios de comunicación son muy hostiles hacia la ‘BBC’ porque es un gran competidor, sobre todo en Internet. Acapara mucho tráfico. A muchas empresas de medios de comunicación les gustaría que la ‘BBC’ se redujera de alguna manera porque eso les daría más oportunidades. Además, a los medios de comunicación de derecha no les gusta la ‘BBC’ porque, aunque ahora tiene menos credibilidad y respeto que antes, sigue resistiéndose a la tendencia general de los medios de comunicación hacia la derecha”.
Por su parte, el sindicato nacional de periodistas, el National Union of Journalist, llamó a proteger la cadena.
“El consejo de administración de la ‘BBC’ tiene el deber de resistir la injerencia política y no se debe permitir que los políticos hostiles a la radiodifusión pública promuevan su agenda aprovechándose de estos acontecimientos”.
Mientras, en su editorial, The Telegraph, el diario de derecha que reveló el informe confidencial que originó esta crisis, resalta que “no hay indicios de que internamente se reconozca la urgente necesidad de que la Corporación aborde sus propias deficiencias. El Gobierno tampoco parece comprender el problema. En cambio, existe un frente aparentemente unido y la convicción de que la organización debe protegerse de las críticas. Paradójicamente, es precisamente esta resistencia a las críticas, y no las críticas en sí mismas, lo que probablemente perjudique más a la emisora a largo plazo”.
Trump, la gota que rebozó el vaso
Las disculpas del chairman de la ‘BBC’, Samir Shah, no fueron suficientes y probablemente, llegaron tarde. El poder de las palabras del presidente Donald Trump, que tienen eco global, se sintieron fuertemente en Londres, la capital del gran aliado europeo e histórico de Estados Unidos.
El memorando interno laborado por Michael Prescott, detalla, entre otros, que el enfoque del cubrimiento de la campaña de Trump fue mucho más crítico que el su entonces rival demócrata, Kamala Harris.
Según el reporte, había un sesgo hacia Trump y a favor de las propuestas de la demócrata. Incluso, resalta que el lenguaje utilizado en sus piezas periodistas estaba alineado con el lenguaje utilizado por la campaña Harris.
Una vez filtrado ese documento, el ex primer ministro Boris Johnson pidió a sus lectores no pagar la licencia de 230 dólares con la que se financia la ‘BBC’. Johnson es conocido como uno de los grandes críticos de la cadena.
Trump y sus aliados tampoco han ahorrado calificativos peyorativos a la hora de referirse a la ‘BBC’. Ha dicho, entre otras, que la cadena es “deshonesta” y “corrupta”.
Más allá del enfrentamiento personal de Trump con la cadena británica, por la importancia que tiene Estados Unidos y el presidente Trump en la agenda informativa global, la ‘BBC’ tiene programas especializados sobre ese país y ese gobierno.
Para Hinde, el cubrimiento de la ‘BBC’ de la segunda Administración Trump ha sido “un buen trabajo”.
“En cierto modo, es más fácil cubrir un país extranjero que nuestro propio país porque nos distanciamos un poco de él y podemos observarlo”, sostiene.
La guerra en Gaza y biología simple
El informe también resaltó la imparcialidad de la cadena en la cobertura de la guerra en Gaza. A su juicio, se privilegiaron las posiciones de Hamás, especialmente evidentes en el servicio árabe.
También se hizo énfasis en la falta de rigurosidad y la falta de variedad de voces a la hora del cubrimiento de noticias con enfoque de género.
Es famosa la polémica que protagonizó la veterana presentadora Martine Croxall por corregir en vivo “mujeres”, cuando en su libreto debía leer “personas embarazadas” y levantar levemente una ceja mientras presentaba una emisión de noticias.
Tras una investigación interna, la ‘BBC’ concluyó que Croxall rompió las reglas de imparcialidad sentenciando que su expresión facial “dio la impresión de expresar una opinión personal en un asunto controversial”.
La autora de Harry Potter y defensora de los derechos de las mujeres y muy crítica del activismo transgénero, JK Rowling, la llamó su presentadora de la ‘BBC’ “favorita”.
“¿A quién no se le ocurre esa expresión al enfrentarse a los términos idiotas e ideológicos que acosan al sistema nacional de salud británico y que invisibilizan a las mujeres incluso en el ámbito de la maternidad?, afirmó la columnista de ‘The Times’ Janice Turner.
Quien agregó que “es hora de que la BBC reconozca sus fallos de imparcialidad y que el género es un tema complejo con múltiples perspectivas. Debe recuperar la confianza antes de que la nación pierda completamente la cabeza”.
Independiente del nuevo escándalo y de las dimensiones globales que ha alcanzado, y de su futuro, resulta enriquecedor e interesante que una cadena como la ‘BBC’ se abra al escrutinio público y reconozca sus errores, incluso si amenazan su propia existencia.
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