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Este jueves 7 de agosto de 2025 entran en vigor en Estados Unidos nuevos aranceles sobre los productos importados de decenas de países. El objetivo declarado por el presidente estadounidense Donald Trump es reindustrializar el país. Pero en una economía globalizada, los derechos aduaneros tal y como los ha concebido la Casa Blanca tienen muy pocas posibilidades, por sí solos, de producir tal resultado, explica el economista Benjamin Bürbaumer, autor de Chine/États-Unis, le capitalisme contre la mondialisation (China/Estados Unidos, el capitalismo contra la globalización).
RFI: Donald Trump asegura que uno de los objetivos de su política proteccionista es reindustrializar Estados Unidos. Tal y como han sido concebidos por el presidente estadounidense y su equipo, ¿pueden estos aranceles favorecer efectivamente a determinadas empresas estadounidenses frente a la competencia internacional?
Benjamin Bürbaumer: Hay que distinguir varios casos. En primer lugar, las empresas estadounidenses que fabrican y exportan directamente desde Estados Unidos. En este caso, efectivamente tienen una ventaja, ya que los aranceles que impone Trump aumentan los derechos de importación en Estados Unidos, pero mantienen más bien al mismo nivel los aranceles aplicados a los productos estadounidenses por el resto del mundo. Algunos países incluso han aceptado reducirlos. Desde este punto de vista, efectivamente hay una ventaja para estas empresas estadounidenses. Pero hay una segunda configuración, en el marco de las cadenas de valor globales. Por ejemplo, si tomamos el caso de una empresa estadounidense de teléfonos inteligentes que fabrica principalmente en China y otros países asiáticos, los aranceles estadounidenses desempeñan un papel menos importante, ya que esta empresa exporta directamente lo que fabrica en China al resto del mundo. Mientras no exporte desde China a Estados Unidos, los aranceles no le afectan en absoluto.
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¿Qué sectores saldrían ganando con la política comercial de Donald Trump?
Los sectores del acero y el aluminio se encuentran, a priori, entre los ganadores de la política comercial de Trump. El sector automovilístico también, aunque todo depende de las decisiones definitivas que se tomen con respecto a Canadá y México. Si se aplican aranceles elevados a los automóviles en América del Norte, el sector automovilístico estadounidense no se encontraría entre los ganadores. El sector armamentístico también podría verse favorecido, no tanto por las políticas comerciales como por las políticas presupuestarias. Donald Trump tiene previstos grandes proyectos de gasto en armamento y, en sus negociaciones con otros países, en particular con la Unión Europea, insiste en que estos terceros países importen más armas estadounidenses. Esto también afecta a las energías fósiles y a los productos agrícolas. Pero se trata solo de algunos sectores. Donald Trump promueve la especialización en estos ámbitos. Esto no equivale a una reindustrialización generalizada.
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Por el contrario, ¿qué sectores pueden verse especialmente perjudicados?
Los aranceles son un veneno para las cadenas de valor globales. El sector de la electrónica es un buen ejemplo. Estas empresas subcontratan a otras empresas situadas en el resto del mundo. Los componentes o productos intermedios cruzan varias veces las fronteras, incluida la frontera estadounidense. Este modelo de producción deslocalizado y globalizado se basa en barreras arancelarias bajas. Solo así resulta altamente rentable para las empresas implicadas. En este caso, con los aranceles aduaneros tal y como los ha concebido Trump, los fabricantes estadounidenses pueden encontrarse en dificultades, ya que deben pagar impuestos aduaneros varias veces, cada vez que cruzan la frontera.
¿Podemos esperar que estas empresas relocalicen de forma duradera su producción en Estados Unidos?
Donald Trump pone barreras al modelo de producción basado en las cadenas de valor globales, pero eso no significa que vaya a favorecer la reindustrialización de Estados Unidos. Porque, además de los aranceles, se necesitarían otros dos ingredientes. En primer lugar, una política industrial: construir infraestructuras, formar mano de obra… Por último, el segundo pilar es el poder adquisitivo de los hogares estadounidenses. Este debe aumentar para que puedan consumir lo que se produciría en Estados Unidos. Sin embargo, los ingresos por hora en Estados Unidos se han estancado desde 2021. Por lo tanto, los aranceles actuales no pueden por sí solos permitir la reindustrialización del país.
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