El 14 de abril de 2017, Jorge Díaz Arias se encontraba en su labor rutinaria y desinteresada, que cumple desde hace 8 años, como es salvaguardar la tumba de su ídolo Diomedes Díaz en el cementerio Jardines del Ecce Homo, al norte de Valledupar.

Ese día, como cada día desde que ‘El cacique de La Junta’ dejó el mundo terrenal, Jorge limpiaba la lápida que cubre el sepulcro donde reposan los restos del artista más grande de la música vallenata.

En aquel momento, siendo aproximadamente las once de la mañana de aquel Viernes Santo, recibió el segundo golpe más fuerte de sus 52 años de vida.  Martín Elías Díaz Acosta acababa de morir.

“Un amigo de Diomedes, ‘Pello’ Daza Rumbo estaba visitando la tumba de Diomedes y me dijo: ‘se accidentó Martín’. Recuerdo que le respondí: ‘mie…, ya va a comenzar igual que Diomedes’.  Pero lamentablemente más tarde, a las 11 de la mañana, me enteré que había muerto”, recordó Jorge en conversación con EL PILÓN.

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La noticia no pudo ser más devastadora para este hombre, quien en ese punto se había convertido en un familiar más de los Díaz y que era testigo de primera mano del inmenso amor que Martín le profesaba a su padre.

“Yo veía a Martín visitar al papá, cada semana, siempre venía a visitar al papá, hablaba conmigo, me agradecía mucho por cuidarle la tumba a su papá porque si no le tocaba mandar a hacer una lápida semanal. Y era cierto, porque la multitud que quiere a Diomedes es muy grande”, sostiene el nacido en la capital del Cesar.

Jorge tomó la decisión en 2013 de cuidar la sepultura de Diomedes -con el consentimiento de los familiares del fallecido cantautor- al ver cómo los más extremistas seguidores terminaban por dañar el lugar donde descansa eternamente ‘El cacique’.

Por eso, tras enterarse de la tragedia del ‘Gran Martín Elías’, enseguida supo que su misión se doblegaría y él la aceptaría de manera honrosa por agradecimiento a quien le dio sentido a su juventud.

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Su rutina comienza a las siete de la mañana, cuando empieza a barrer los alrededores de la tumba, luego procede a limpiar las lápidas y a acomodar las flores, de tal forma que quienes lleguen a visitarla la encuentren en perfecto estado.

Luego, la tarea es más dispendiosa ya que le toca hacer de vigilante para  que los aficionados más inquietos y necios no destrocen el lugar, ni se lleven cosas.

“Me toca estar muy pendiente de las personas que se montan ya que pueden partir la tumba. Hay gente que se ha llevado piedras dizque para la suerte, con las flores me toca estar pendiente porque también se las llevan, hubo personas que de tanta emoción se le han sentado arriba”, recuerda.

Para alimentar a su familia y sostener su diario vivir, los familiares de Martín Elías y Diomedes Díaz le permitieron al cuidador comercializar llaveros, memorias con canciones, camisetas, gorras y todo tipo de elementos que los visitantes le solicitan.

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Al finalizar la tarde, tipo cinco, termina la labor de Jorge.  Recoge los suvenires y regresa a casa con la satisfacción del deber cumplido.

Este Jueves Santo, sin embargo, será diferente.  Para él, para la familia Díaz y para los seguidores de Martín que conmemoran el quinto aniversario de su muerte.

“Me he dado cuenta que la multitud que quiere a Martín Elías es impresionante también, porque ya va a cumplir cinco años y todavía la gente pregunta por Martín como si hubiera sido ayer su muerte. Hay que mantenerlo vivo para que nosotros lo disfrutemos, murió él pero la música queda, lo mismito que la del papá”, puntualizó Jorge.

POR JOSÉ ALEJANDRO MARTÍNEZ / EL PILÓN.

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