La exactriz lució un vestido de corte esmoquin, que se destacó por el largo que tenía, pues según lo que indicaron expertos en protocolo real cuando Markle se casó con el príncipe Harry, la reina prefiere que los dobladillos de las faldas no estén más arriba de dos centímetros de la rodilla.
El traje de Meghan, un diseño de Judith & Charles, terminaba varios dedos por encima de su articulación.
Y como si fuera poco, la duquesa de Sussex no llevó medias veladas por debajo, otra de las sugerencias de la reina Isabel II para las mujeres de la familia real, de acuerdo con lo que explicó la experta en realeza Victoria Arbiter a Insider, a finales del año pasado.
“Nunca se ve a un real sin sus medias color piel… Yo diría que es realmente la única regla dura y firme en términos de lo que la Reina requiere”, dijo Arbiter en diciembre.
Sin embargo, la revista Elle aclara que Meghan no rompió ninguna regla, pues el equipo que la asesora no lo permitiría: “No le habrían dado la opción de algo irrespetuoso […] El palacio está muy involucrado en lo que ella viste y su presentación. Obvio ella tiene la última palabra, pero no habrían piezas que rompieran las reglas”.
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