
Björn Johan Andrésen es recordado por millones tras su actuación en la icónica película ‘Muerte en Venecia’, dirigida por el italiano Luchino Visconti. Su rostro angelical y su presencia en pantalla marcaron un antes y un después en la percepción de la belleza juvenil en el cine europeo, siendo llamado: “El chico más bello del mundo”.
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Sin embargo, la popularidad que alcanzó durante su adolescencia estuvo acompañada de difíciles experiencias personales, legado que ha dejado huella en su historia de vida. Nacido en Estocolmo y marcado desde pequeño por la ausencia de su madre, Andrésen fue criado por sus abuelos. Aunque su anhelo principal era dedicarse a la música, fue persuadido por su entorno cercano para escuchar en producciones cinematográficas.
En 1970, cuando solo tenía 15 años, fue escogido personalmente por Visconti, durante un proceso que años más tarde describiría como incómodo y exigente: fue obligado a despojarse de parte de su ropa ya mostrarse vulnerable ante adultos, un hecho que tuvo profundas repercusiones en su bienestar emocional.
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Durante la grabación de ‘Muerte en Venecia’, la producción impuso estrictas reglas a Andrésen con el fin de preservar la imagen de pureza e inocencia que se transmitía en pantalla. Le prohibieron actividades al aire libre y el contacto con otros niños, buscando limitar cualquier elemento que rompiera la ilusión creada para el público.
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Luego de la película, Visconti lo llevó a eventos internacionales, incluido el Festival de Cannes, presentándolo públicamente como un ejemplo de belleza juvenil. Andrésen relató sentirse exhibido y tratado como un objeto, especialmente cuando fue llevado a lugares donde no se sentía seguro o comprendido.
El fenómeno Andrésen no se limitó a Europa. En Japón se transformó en una celebridad casi instantánea: su imagen inspiró personajes de manga y provocó una ola de admiradores adolescentes debido a sus rasgos andróginos. Sin embargo, lejos de disfrutar de la fama, Andrésen pronto sintió el peso de la soledad y la explotación.
En París, vivió de la generosidad de desconocidos, situación que lo llevó a reflexionar sobre su lugar en el mundo artístico y social. La adultez del actor estuvo marcada por momentos difíciles, especialmente por la pérdida de su hijo Elvin, que falleció a los nueve meses de edad. Dicen que el menor murió al lado del actor, quien estaba en estado de embriaguez. A pesar de que no fue culpa de él debido a que el diagnóstico médico fue síndrome de muerte súbita del lactante.
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Andrésen ha manifestado en el documental ‘El chico más bello del mundo’, estrenado en 2021, el profundo sentimiento de culpa y depresión que lo acompañó desde entonces. A raíz de esa tragedia, enfrentó problemas de dependencia al alcohol y una prolongada etapa de confusión emocional. Con el tiempo, el actor logró un proceso de reconstrucción personal.
Actualmente, vive en Estocolmo, alejado de los escenarios y del cine, enfocado en la música y en la vida familiar junto a su hija Robine, nacida en 1984. Su historia fue reportada por La Nación (Argentina) y consolidada a través de producciones audiovisuales que recuperan el valor de su testimonio sobre el lado oscuro de la fama precoz y el cambio de paradigmas en torno a la belleza.
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