Daniel Toro López tiene 33 años. Nació en Armenia y estudió en el Colegio Bilingüe Internacional del Quindío. Desde niño, la pintura estuvo presente en sus días, es una pasión de años, por esto estuvo vinculado al Instituto de Bellas Artes de la Universidad del Quindío.

En 2009 se fue para Argentina para cursar sus estudios en educación superior. En Buenos Aires, hizo la Licenciatura en Publicidad de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, se recibió en el 2016. 

“Yo buscaba algo que reuniera muchas herramientas en un solo pregrado, por eso estudié esta carrera creativa, porque exige sicología, fotografía, cine, creatividad, diseño gráfico… todo un conjunto de materias que me interesaban para crear”. Paralelo a sus estudios universitarios, Toro López continuó con su interés sobre arte en talleres de artistas en la capital argentina.

En Argentina trabajó en uno de los cafés más importantes de Latinoamérica y en una empresa de sostenibilidad. A la par, durante sus vacaciones de verano, empezó a explorar con café en Colombia. 

“Desde hace 6 años empecé a exponer muy fuerte en Argentina y en diversos lugares. Yo pinto con café, creé este estilo que ya se ha llevado a muchos lugares del mundo.”

Sus obras pictóricas han sido expuestas en diversos países como Argentina, Estados Unidos, Corea del Sur, Francia, Canadá, México, Brasil y Colombia. En la actualidad combina diversas herramientas creativas con su proyecto de café y su trabajo como artista plástico. Para el barrio Guayaquil y Patio Bonito Alto, en alianza con la Edeq trabaja en un mural, con el objetivo de recuperar el espacio social.

Al Quindío regresó por su familia. En este momento trabaja en un emprendimiento personal, una tienda de café, un espacio que tiene “el simple propósito de conectar a las personas con sus sentidos, haciendo que el café sea un hábito saludable para todos”.

¿Cómo construye su estilo visual con café?

Más que innovar o crear, busco plasmar ideas. Esta es una investigación constante de materiales y técnicas. Para cada técnica, podría decir que de cierta manera tengo un estilo distinto. Surgió la pintura con café porque en medio del trabajo, a veces se me regaba el café o se mezclaba con las acuarelas y el óleo. Hace un tiempo, alguien se contactó conmigo porque quería hacer un obsequio a un jeque árabe, entonces buscó ayuda para darle algo que retratara lo local.

Por esos días yo había pintado el primer tomo de aves del Quindío en óleo. Entonces se me ocurrió pintar con café, así que empecé a probar diversos varietales de café para ver cómo reaccionaban las tintas. Empecé hace 3 años en este proceso, al final el trabajo para el jeque fue un éxito rotundo, quedó encantado.

¿Qué busca expresar o retratar con su obra?

Busco dar a conocer la riqueza de nuestro territorio. A la hora de pintar busco siempre elementos naturales propios y vivos del Quindío, de la Cordillera de los Andes y de los cafetales de antes, no de los actuales monocultivos. Trato de retratar esa parte del paisaje y de la naturaleza.

¿Qué opina de la escena cultural en el Quindío?

El Quindío está lleno de riqueza en materia creativa, hay mucho talento, pero este no se da a conocer. Hay mucho potencial y grandes artistas. Acá se respira arte. Es curioso que haya tantos artistas sin haber galerías o eventos.

Hay falencias, principalmente frente a la falta del fomento de la cultura y la apropiación de lo nuestro. Tenemos cosas muy buenas, pero se busca solo consumir lo de afuera.