“Todo me imaginé menos que mi perra se fuera a encontrar de frente literalmente una muralla. Nos impidieron la entrada a siete, siete restaurantes del centro. Sí, en pleno casco antiguo nos restringieron el acceso de la manera más fría, incluso grosera y sin mayor sustentación”, así comenzó Alejandra su denuncia, a través de su cuenta de Instagram.

Después, la actriz señaló que todo, al parecer, fue por no incomodar a otros clientes de los restaurantes.

“Entiendo que la convivencia social establece determinadas normas y que los estatutos de sanidad son rigurosos, lo cual respeto. Sin embargo cuando el argumento es la eventual y subjetiva molestia de ciertos comensales ante la presencia de un animal, me parece ofensivo. Yo no pretendo que compartan con una mascota y menos ajena, pero sí que en determinada zona nos permitan estar sin incomodar”, expresó.

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Ante esto, Alejandra decidió describir cosas que le disgustan de la gente en un restaurante, pues así como comprende que algunos se molestan por los perros, a ella le “fastidian los humanos”.

Entre otras cosas relató que le parece “grotesco” que en un restaurante alguien trate mal al mesero, eructe, se saque de los dientes los restos de la comida con un palillo, grite, sorba, esconda lo que masticó en el cachete “como un hámster”, o agache la cabeza hasta el plato para comer.

Al final, la actriz contó que después de tantos desplantes encontró un restaurante donde a ella y a Mariposa las trataron con amabilidad: las ubicaron en un terraza, consintieron al animal y “le sirvieron agua mientras comía su concentrado de mi mano porque estaba partida del hambre”.

Igualmente, que intentó explicarle a su perra lo sucedido, “porque la noté bastante apagada ante tanta insensibilidad. Sin embargo con sus ojos me dijo que no me desgastara exponiéndole un sartal de justificaciones innecesarias, al fin y al cabo ella sí sabe lo animales que somos los humanos”, puntualizó Alejandra.

Este mensaje lo publicó la famosa junto a una superfoto de Mariposa en la piscina, y una reflexión sobre la tolerancia, como se ve a continuación.

“Si de tolerancia estamos hablando, empecemos por ser conscientes de cómo nos comportamos antes de rechazar de forma implacable a seres que muchas veces demuestran tener mejores modales que nosotros”, indicó.

Hoy fue un día especial en Cartagena. Digo especial porque por primera vez traje a Mariposa a conocer una de mis ciudades favoritas de Colombia. Todo me imaginé menos que mi perra se fuera a encontrar de frente literalmente una muralla. Nos impidieron la entrada a siete, siete restaurantes del centro. Sí, en pleno casco antiguo nos restringieron el acceso de la manera más fría, incluso grosera y sin mayor sustentación. Entiendo que la convivencia social establece determinadas normas y que los estatutos de sanidad son rigurosos, lo cual respeto. Sin embargo cuando el argumento es la eventual y subjetiva molestia de ciertos comensales ante la presencia de un animal, me parece ofensivo. Yo no pretendo que compartan con una mascota y menos ajena, pero sí que en determinada zona nos permitan estar sin incomodar. Comprendo que a muchos humanos les fastidien los perros, a mí me fastidian los humanos. Me parece grotesco ver en un restaurante a alguien tratando mal a un mesero, agachando la cabeza hacia el plato para tomar los alimentos, eructando, sacándose de las muelas los restos de comida con un palillo, gritando, haciendo rollos con la servilleta de papel, sonándose en la mesa, escondiendo lo que masticó en el cachete interno como un hámster, sorbiendo los líquidos o dejando los cubiertos separados al terminar. Si de tolerancia estamos hablando, empecemos por ser conscientes de cómo nos comportamos antes de rechazar de forma implacable a seres que muchas veces demuestran tener mejores modales que nosotros. Gracias a @bohemiarestaurante por recibirnos con tanta amabilidad. No solo me ubicaron en una hermosa terraza con mi perra, sino que la consintieron con afecto y le sirvieron agua mientras comía su concentrado de mi mano porque estaba partida del hambre. Lo importante es que nadie pudo dañarnos la tarde porque estando juntas somos felices y a la piscina fuimos a dar. Entrada la noche intenté explicarle a Mariposa lo que había sucedido porque la noté bastante apagada ante tanta insensibilidad, sin embargo con sus ojos me dijo que no me desgastara exponiéndole un sartal de justificaciones innecesarias, al fin y al cabo ella sí sabe lo animales que somos los humanos.

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