El afán de algunos candidatos por cautivar a los electores los ha llevado a emplear todo tipo de estrategias en los diferentes certámenes electorales. Pero es en las denominadas elecciones regionales (para elegir alcaldes, gobernadores, concejales, diputados a las asambleas departamentales y ediles de las juntas administradoras locales) en donde aparecen los más exóticos y excéntricos ejemplares.
(Le interesa: Renunció el gobernador de Magdalena, Carlos Caicedo, como lo hizo Daniel Quintero)
En esto, las regionales —que, por ejemplo, este año cuentan con más de 130.000 candidatos— se diferencian de las elecciones presidenciales y las legislativas, en las que el número de aspirantes es significativamente inferior, y en las que, si bien aparecen candidatos a los que sus equipos ‘creativos’ los ponen a hacer cosas un poco salidas de tono, no son tan estrambóticas como las otras.
El deseo de acceder a los poderes locales ha llevado a varios aspirantes a presentarse ante los electores con campañas políticas de los más diversos tonos. Casi siempre, la magnitud del contenido de su propaganda y sus lemas es inversamente proporcional a la calidad de sus propuestas y programas. Es más: varios no llegan a ser elegidos y ni siquiera el número de votos que alcanzan es significativo.
En las campañas para las elecciones Colombia 2023 (el 29 de octubre) no ha habido muchos de esos candidatos, pero no deja de recordarse a quienes, en comicios anteriores, destacaron por lo exagerado de sus apariciones. El listado es variopinto y acá solo hay unos botones de muestra.
Todavía algunos recuerdan a Jaime Alberto Aragón cuando, en 2015, aspiró a la Alcaldía de Buga (Valle del Cauca) por el partido de La U y, para cautivar a los electores, tuvo la ocurrencia de apelar a un ovni. El aparato, mediante un poderoso rayó que brotaba de sus entrañas, lo dejaba frente al hospital San José, de ese municipio, para que hiciera una breve presentación en video, y después lo abducía. Lo que consiguió fue dejar a muchos sin palabras.
Otro que dejó a muchos callados fue Diego Barona, que, el mismo año, se enfundó en el traje del superhéroe ‘Vallemán’ con la convicción-lema de que “es de héroes luchar contra la corrupción”. Empujado por el Partido Conservador, andaba en su ‘Vallemóvil’ rebuscando votos por los pueblos del Valle a la vez que ofrecía la “verdadera democracia” y la “justicia social”.
En Santa Marta, la gente no supo si asustarse o admirar, si reírse o tomar en serio, la osadía de Miguel Martínez Olano, que, para alcanzar un puesto en el concejo de esa ciudad, avalado por el Partido Liberal, se disfrazó de mono. Pero su mayor pirueta, con incluso impacto nacional, la ejecutó en el marco de las elecciones en Colombia 2023, pues demandó y consiguió que el Consejo Nacional Electoral (CNE) revocara la inscripción de Patricia Caicedo —hermana del gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo— a la alcaldía de Santa Marta.
En 2019, Carlos Rúa, con el aval de Colombia Renaciente, luchó como integrante de la comunidad LGBTI por una curul en el concejo de Villa del Rosario (Norte de Santander) y su lema fue: “Si están cansados de votar por gente que llega al poder y se hacen los maricas, los invito a que voten por un marica de verdad que tiene las ganas y las fuerzas para luchar por ustedes”.
Y para la Asamblea de Santander, Brenda Carmenza Abril (Alianza Social Independiente), en ese momento desconocida en el ámbito político, se puso a repartir condones en los municipios de ese departamento. “El condón representa seguridad, amor y no solo como un instrumento de protección a la salud, sino como un lema se seguridad que deberían adoptar todos los miembros de la sociedad”, sostenía, con una especie de fijación.
En cambio, ese mismo año, Luis Fernando Ballesteros Meza apeló a una estrategia más ‘elocuente’ cuando aspiró a la alcaldía de Montería por la Colombia Humana. Tomó como símbolo un cinturón y en sus piezas de publicidad política aparecía blandiendo un cinturón de manera amenazante y señalando con el dedo índice a quien observaba la imagen. Un conjunto perturbador.
En la antípoda de esta estrategia se ubicó la de Héctor Geovanny Arteaga (‘Guayabita’), un excoordinador de la Policía Comunitaria de Pasto y exjefe de bienestar social en la Policía Metropolitana de esa ciudad que se lanzó al concejo de la capital nariñense, avalado por el Centro Democrático y en sus afiches aparecía como un payaso.
Paola Andrea Arenas prefirió buscar la simpatía de los electores tratando de tocarles su estómago. Se le conoció como la candidata de la empanada, pues su lema fue: “Tú eres como una empanada, políticamente hablando”. Con esa iniciativa fue cabeza de lista de la Alianza Verde para la Asamblea del Valle del Cauca. Los destinatarios de su mensaje no supieron si sentirse halagados o agredidos, grasosos o apetitosos, plato principal o apenas una simple entrada o pasaboca.
Pero el que la sacó del estadio en las elecciones pasadas fue Estefano Santa Cruz, candidato de la Alianza Social Independiente (ASI) al concejo de Medellín. Decidió presentarse ante sus electores desnudo, salvo por un carriel que le cubría las partes íntimas. Su lema fue: “Sin nada que esconder”. Sin embargo, hubo quienes, como Margarita Rosa de Francisco, quisieron verlo todo y lo descubrieron completamente: “Cómo que nada si está escondiendo el pipí. O sea, miente de frente. No voten por él”.
De estos personajes hoy se sabe poco, salvo el caso de Miguel Martínez Olano en Santa Marta, que sigue aspirando al concejo de esa ciudad. Lo lamentable es que pueden volver a brotar y, eventualmente, lograr su objetivo por la candidez de los electores, que deberían centrar su atención, más que en la forma de las campañas, en el fondo de las propuestas de gestión y planes de gobierno en los cargos a los que aspiran llegar, y en las hojas de vida.
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