Curiosamente, Santos Calderón y Cajiao coinciden en usar el adjetivo “brutal” para calificar la realidad por la que atraviesan los centros de educación superior en el país, particularmente los privados.

Para Santos, la demografía y el mercado están cambiando a unas velocidades muy grandes. “Las universidades nos dimos cuenta tarde. Hasta ahora estamos empezando a hacer ejercicios de prospectiva para entender qué está demandando la gente joven”, admitió el rector de la Central en Semana.

Esa sería la primera razón, general (y obvia, si se quiere), de que en los últimos años las matrículas en las universidades hayan caído “entre un 10 y un 20 por ciento, en general, pero en algunos casos ha llegado hasta el 40 por ciento”, dice la revista con base en especialistas que consultó. También asegura que pidió “sin éxito” las cifras actualizadas al Ministerio de Educación.

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Otras razones, según la publicación, Santos y Cajiao, son:

  • Muchos jóvenes ya no están interesados en pagar cuatro años de carrera para salir a un mercado laboral en el que no consiguen empleo o cuyo ingreso no compensa la inversión.
  • Tampoco están dispuestos a pasar cuatro años adquiriendo unos conocimientos que no siempre les resultan prácticos.
  • Están buscando estudios que, en menos tiempo, les permitan certificar un conocimiento o una competencia para conseguir un empleo.
  • Sobre los cambios demográficos, Santos sostiene que hoy las familias tienen menos hijos o ninguno y eso ya lo sienten las universidades.

Cajiao, por su parte, asegura: “Las universidades ahora sufren intensamente porque se ha bajado la cobertura de una manera tal que nadie quiere pagar un peso por ir. Obviamente, las públicas tienen una demanda brutal porque cada vez más está en la cabeza de la gente que la educación debe ser gratuita. Pero eso no sucede en las privadas, que abarcan más del 50 por ciento de la matrícula. La gente empezó a pensar que no valía la pena ir a la universidad”.

Dos razones más son:

  • Los estudiantes se quejan de las clases magistrales en las que los profesores los tratan como si fueran brutos.
  • Los jóvenes, con la tecnología y recursos que encuentran en Internet, cada vez tienen más acceso a formas nuevas de adquirir conocimientos. Lo tradicional ya no les resulta atractivo.