
La reducción gradual de la jornada laboral en Colombia, establecida por la Ley 2101 de 2021, busca que el país se acerque a estándares internacionales y a las recomendaciones de la OIT, reduciendo la semana laboral de 48 a 42 horas para julio de 2026.
Este proceso ya redujo la jornada a 46 horas en 2024 y bajará a 44 horas desde el próximo 15 de julio.
(Vea también: Celebran más de 400.000 trabajadores en Colombia: tendrán nuevo tipo de contrato laboral).
Esta disminución ha incrementado significativamente el costo de la hora de trabajo: para quienes devengan el salario mínimo, el valor pasó de $ 3.786 en 2021 a $ 6.355 en 2025.




Esto se debe a que, con menos horas trabajadas y salarios iguales o mayores, el precio por hora sube.
La reforma laboral recién aprobada también aumentará los recargos nocturnos y dominicales, elevando aún más los costos de nómina, prestaciones sociales y aportes a seguridad social.
Este impacto será especialmente complejo para micro y pequeñas empresas, que constituyen más del 90 % del tejido empresarial.
Algunas industrias han optado por mantener la misma jornada y pagar horas extras, incumpliendo el objetivo de la ley. Otras han debido contratar más personal. En conclusión, el panorama es retador y exige especial atención a los límites de horas extras para evitar sanciones.
Cómo se dio reducción de jornada laboral en Colombia
La reducción de la jornada laboral en Colombia no es una decisión aislada, sino el resultado de una política pública pensada para modernizar las condiciones laborales del país y alinearlas con los estándares internacionales recomendados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Desde hace décadas, la OIT ha insistido en que jornadas de trabajo más cortas contribuyen a mejorar la calidad de vida de los empleados, equilibrando la vida profesional con la personal y familiar. En este contexto, el Congreso colombiano aprobó en 2021 la Ley 2101, que establece una disminución progresiva de la semana laboral de 48 a 42 horas sin reducir el salario, con el objetivo de que los trabajadores puedan dedicar más tiempo a actividades fuera del entorno laboral, lo que a largo plazo podría impactar positivamente su bienestar físico y emocional.
Esta reforma se basa en la premisa de que un mejor balance entre trabajo y vida privada no solo beneficia a los empleados, sino que también puede tener efectos positivos en la productividad. Países que ya han implementado jornadas laborales más cortas han evidenciado que los trabajadores descansados tienden a ser más creativos, tomar mejores decisiones y cometer menos errores.
En teoría, al permitir que los trabajadores recuperen energía y reduzcan el estrés, las empresas podrían ver mejoras en el rendimiento y menor rotación de personal, lo que también contribuye a reducir costos indirectos asociados al reclutamiento y capacitación de nuevos empleados.
Además, la medida responde a un contexto global en el que el debate sobre la calidad del empleo se ha intensificado, especialmente tras la pandemia de COVID-19, que puso de manifiesto la importancia de las condiciones laborales en la salud mental y física de las personas.
De esta manera, Colombia busca ser competitiva y atractiva para la inversión extranjera mostrando avances en derechos laborales, lo que también tiene un componente reputacional.
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