
David Vélez, cofundador de Nubank, y uno de los hombres más poderosos de Latinoamérica, abrió su corazón y admitió que la vida de emprendedor no es tan fácil como muchas personas creen, pues el camino al éxito no solo se trata de disfrutar de la fortuna que se amasa, sino de sufrir a diario por los problemas y responsabilidades que se adquieren.
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En una conversación con la creadora de contenido Karem Suárez, Vélez reconoció las dificultades emocionales que enfrentan quienes construyen empresas desde cero, al no contar con el suficiente apoyo de las empresas privadas y públicas para iniciar sus proyectos.




El emprendedor, convertido en uno de los colombianos más ricos del mundo gracias al éxito de su banco digital, explicó que iniciar un negocio propio implica muchos desvelos y momentos difíciles. Vélez compartió que ha experimentado muchas lágrimas en su carrera, un reflejo del esfuerzo constante.
Diariamente se enfrenta a decisiones complejas que trascienden lo económico. Vélez reveló que liderar un neobanco implica una presión constante, con impacto en su vida personal y emocional.
Pese a la riqueza acumulada —valorada en más de 10 000 millones de dólares—, Vélez insiste en que el éxito implica sacrificios enormes. El empresario cree que, por su experiencia, las recompensas no siempre compensan el desgaste emocional.
“Ha sido una experiencia llena de aprendizajes y con momentos de mucho orgullo. Después de muchos tropiezos y de experimentar mucho dolor, tuvimos que darnos varios baños de humildad para seguir”, señaló el empresario.
Además señaló que, aunque Nubank ha transformado la banca en América Latina y atraído a millones de usuarios, el camino no ha sido sencillo. Una década de trabajo intenso ha estado marcada por momentos de duda y miedo.
“Suelo decir que desde que soy emprendedor duermo como un bebé: me despierto a las 2 de la mañana, o cada 20 minutos en la noche, llorando del dolor”, expresó Vélez.
Vélez también destacó la importancia de estar rodeado de un equipo sólido que brinde soporte en los períodos más retadores. Reconoció que sin un buen entorno, manejar las responsabilidades podría resultar insostenible. El empresario dijo que el emprendimiento también exige resiliencia para levantarse después de cada caída. A través de anécdotas, compartió que cada tropiezo ha dejado lecciones valiosas.
La conversación también abordó el equilibrio entre la ejecución del negocio y la salud mental. Vélez expresó que, aunque es difícil, ha aprendido a desconectarse en algunos momentos para recuperar energía. Finalmente, pidió a futuros emprendedores que se preparen para enfrentar tiempos de incertidumbre, emociones intensas y soledad. Dijo que el éxito real implica escuchar muy bien lo que uno siente y saber cuándo solicitar ayuda.
Con su testimonio, Vélez muestra una cara poco conocida de la riqueza: el costo emocional que implica liderar un proyecto de largo plazo en el mundo empresarial.
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