En la discusión de la reforma tributaria que comenzó su trámite en el Congreso, la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas —conformada por más de 64 organizaciones profesionales de salud y sus respectivas especialidades reconocidas por el gobierno nacional— encontró una oportunidad para referirse al grave problema de salud que representa el consumo de cigarrillos y el uso de vapeadores.

Ese ente científico gremial, privado y sin ánimo de lucro, fundado en 1956 para representar a las organizaciones profesionales de Colombia como una organización única nacional representativa del sector salud y de todos los especialistas del país, comenzó por los datos gruesos que significa el consumo de cigarrillos en Colombia, un país que hoy busca con una reforma tributaria recaudar 50 billones de pesos en cuatro años para adelantar los programas del Gobierno.

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“En 2017, el tabaco costó a la economía de Colombia 17 billones de pesos […], el equivalente al 1,8 % de su PIB”, aseguró la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas en un comunicado de cuatro páginas en el que cita 20 fuentes. “Estos costos incluyen 6,5 billones [de pesos] en gastos sanitarios y 10,6 billones […] en capacidad productiva perdida debido a la mortalidad prematura, la discapacidad y el tabaquismo en el lugar de trabajo”.

Advierte también que las pérdidas económicas indirectas por el consumo de tabaco actual en Colombia —el 62 % de todos los costos atribuibles al tabaco—indican que el tabaquismo causa problemas que van más allá del sector sanitario.

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Por esa razón, destaca que los “aumentos significativos” en los impuestos especiales que conducen a aumentos de precios “han demostrado ser el mecanismo más eficaz, así como el más rentable, para reducir el consumo de tabaco”. Es decir que los gravámenes son los mejores aliados para los científicos preocupados por la salud.

Después, la Asociación pasa a otros ámbitos que, si bien no tocan el bolsillo, si estremecen la razón. “El uso de los cigarrillos electrónicos son una puerta de entrada al consumo de sustancias psicoactivas en adolescentes y jóvenes”, asegura en su boletín. “El consumo de cigarrillos electrónicos se asocia en adolescentes con el consumo posterior de marihuana, no solo en su forma tradicionalmente quemada, sino también a través del vapeo, y también al consumo de cigarrillo tradicional, solo o en combinación con los cigarrillos electrónicos”.

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En una alerta no solo para pares de familia, sino para toda la sociedad, ofrece los datos de la Encuesta Nacional de Tabaquismo en Jóvenes, presentados en el 2018, según los cuales en Colombia el consumo de cigarrillos electrónicos viene en aumento. “La prevalencia del consumo de cigarrillos electrónicos entre adolescentes escolares entre 13 y 15 años ya se ha equiparado a la del cigarrillo convencional, siendo del 9 %”, dice.

Daños para la salud a corto y largo plazo

Sobre lo nocivos que son para la salud los cigarrillos electrónicos, la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas cita evidencia que argumenta la preocupación por los potenciales daños a corto y largo plazo, incluidos el riesgo de adicción, síntomas respiratorios, enfermedad cardiovascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y cáncer.

A toda su batería de argumentos (una verdadera bocanada) para pedir que se graven los cigarrillos y vapeadores, la Asociación recuerda que triplicar el impuesto a los productos de tabaco ha sido la recomendación de política en el contexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

“La OMS ha recomendado una reducción del 30 % en la prevalencia del tabaquismo para 2025, lo que evitaría por lo menos 200 millones de muertes antes de fines del siglo XXI entre fumadores actuales y futuros, y una manera recomendable de reducir el consumo de tabaco en esta medida sería triplicar los impuestos específicos sobre el tabaco en la mayoría de los países de ingreso mediano y bajo”, plantea.

Finalmente, dice que en el caso de Colombia se ha estimado el efecto positivo del incremento del impuesto en esta magnitud, tanto en la reducción del número de fumadores, como en la intensidad del tabaquismo, lo que se traduce en una caída en el número de cigarrillos fumados.