Con lo que le costó al técnico del Deportes TolimaHernán Torres, conseguir el prestigio de ser el entrenador más exitoso en casi 68 años de historia, resulta insólito que lo esté feriando al mejor postor. Que sea capaz de ponerlo por delante de un grupo que, por lo visto este sábado, en el empate (0-0) ante Cortuluá por la décima fecha de la Liga BetPlay 2 2022, no le interesa salir en su defensa.

El hombre que se dio el lujo de llevar al equipo de sus amores a tres finales consecutivas de la Liga, de ganar dos títulos para las vitrinas del club, y romper el maleficio de 40 años de fiascos en la Copa Libertadores, con una histórica clasificación a los octavos de final, parece entregar sus pergaminos; como si no hubieran representado el lograrlos sangre, sudor y lágrimas. Una actitud decepcionante.

Con apenas ocho puntos en 10 presentaciones en la Liga y un paupérrimo 26,6 %; y el revés a cuestas de la eliminación en la Copa BetPlay 2022, el entrenador se encargó de activar él mismo el conteo regresivo para su salida de la institución. Así diga, de manera pública, que solo se irá si la familia Camargo tome la decisión de destituirlo, sin importar que por delante se lleve sus logros.

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Ni siquiera en su último gran revés, el de la Liga 2 2011, cuando quedó afuera de los cuadrangulares y terminó yéndose por la puerta de atrás, el registro de unidades en la tabla era tan malo. En aquel torneo sumaba, en sus primeros 10 partidos, un total de 14 puntos; por más de que el remate del ‘todos contra todos’ fue terrorífico, y solo sumó 10 más en ocho compromisos, que sentenciaron su mala suerte.

En comparación con el 2017-1, la sombra de la última frustración sufrida por el ‘Vinotinto’ en el ‘Todos contra todos’, la producción de Torres está en serio déficit. Ese semestre, el plantel que empezó dirigiendo Gregorio Pérez y terminó en manos de Óscar Quintabani, tenía tras sus primeros 10 juegos un total de 11 puntos y un 36,6 % de efectividad; a diferencia de las cifras de hoy en día.

Hoy, nueve campeonatos después, con clasificaciones a instancias definitivas una tras otra, en un registro que solo iguala Junior de Barranquilla, el olor al fracaso es evidente. Para salvar esta campaña, el cuadro de la ‘Tierra Firme’ está obligado a un rendimiento del 80 %, pues deberá lograr ocho victorias de 10 posibles, lo que parece una tarea casi imposible para un equipo sin norte ni ambición.

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Pero lo más preocupante es que, además de sus logros, esos que dijo ya nadie recuerda, también está regalando el cupo que parecía encaminado a la Libertadores del 2023. El primer lugar en la reclasificación, con ocho unidades de ventaja sobre Millonarios ya se perdió; y ahora son los ‘Azules’ los que le sacan dicha diferencia a los ‘Musicales’, que parecen conformarse con la Sudamericana.

Y es una situación que ya vivió Torres Oliveros, cuando en 2009 regaló prácticamente el tiquete al evento continental al ser incapaz de sacarle un empate al Atlético Nacional en la última fecha de los cuadrangulares semifinales, en aquel recordado 3-4 en el Murillo Toro, y se lo cedió a Junior de Barranquilla. O como en 2020, cuando se despidió en los cuartos de final y también ferió el tiquete.

De seguro, por la mente del orientador ha pasado la palabra renuncia por la cabeza. Él mismo lo ha expuesto en sus declaraciones, como también se ha encargado de dejar en claro que si no da un paso al costado es porque se tiene fe en revertir esta mal historia. No obstante, las respuestas en el campo de juego, con los jugadores que él mismo elige y protege, no llegan. Y la situación ya es apremiante.

Contrario a todo lo que se rumorea en redes sociales, y las decenas de hinchas que afirman ser testigos de excepción, el timonel insiste en que la disciplina es una de las virtudes de su proyecto deportivo. Pero las dudas están sembradas, en parte, por uno de los periodistas con mejores fuentes del país, y que rara vez se equivoca cuando se trata del equipo de Ibagué. Y se suma a todo este cóctel.

Con la calculadora en una mano, el ‘borrachímetro’ en la otra, y la camándula al cuello, a Hernán Torres no le quedan mayores alternativas. O es capaz de poner orden en la casa y enderezar el sendero que se torció desde aquel amargo 26 de junio, o todos los elogios que recibió por sus gestas, y la sonrisa de ese inolvidable 20 de junio de 2021 se convertirán en su peor pesadilla. Al todo o nada.