Nacional tiene un plantel repleto de talento e infinitas combinaciones que se lleva construyendo desde hace varios semestres. Con la llegada de Hernán Darío Herrera, el DT debía decidir qué jugadores eran prioridad potenciar y cuáles debían adaptarse a papeles más secundarios, en pro de que brillaran otros.

A excepción de Daniel Mantilla y Jhon Duque, el perfil general de la plantilla compartía el gusto por un fútbol menos vertical, que promoviera correr menos y elaborar más. Así, Herrera iba a simplificar el juego con balón, priorizando el encontrar acomodo a los buenos.

Este equipo tiene vacíos tácticos, pero no es solo de ahora, eso pasa desde hace varios entrenadores. El equipo verde tiene muchos argumentos en ataque que no necesitan de un sofisticado trabajo colectivo para ser determinantes, por lo que estructurar la ofensiva y encajar las piezas le pudieron valer para competir y salir campeón en el apertura.

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El verde llegó al título porque fue más efectivo que sus rivales y minimizó los riesgos (el juego entre líneas para evitar pérdidas en asociación) y cargando el juego en banda como primera opción (la derecha prioritariamente), alternada con el juego directo. En los cuadrangulares, sacando el partido con Bucaramanga, peleó con esas armas.

Aplausos para un entrenador que reconoció las limitaciones de su equipo e intentó y ganó con sus armas, que son otras a las del pasado. Herrera vino a hacer historia.

A ganar como nunca se ganó en Nacional. Y eso (guste o no) es de una personalidad bárbara. Su equipo ha ganado mucho, pero rara vez fueron más que el rival, lo que les arrastra a finales de partidos con sufrimientos.

Punto y aparte para Kevin Mier que modificó un destino que encaminaba al drama o que pudo estallar el semestre de este curso a la velocidad que se esperaba. Pero eso es otro tema. Herrera jugó una final y la gestionó a su manera.

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Durante este semestre hubo picos de rendimiento, contextos favorables o suerte puntual que inflaron la ambición. Nacional pasó en 6 meses de ser un equipo saturado física y mentalmente, con 11 jugadores que lo jugaban prácticamente todo salvo por lesión, inmersos en un calendario inhumano.

Más que jugar de una manera u otra, hacerlo bien o mal de una manera u otra (repliegue intensivo, arquero salvando y jugando a la ruleta rusa con la suerte), el ‘verdolaga’ fue pragmático y le salió bien.

Ahora, las preguntas serán: se podrá formar un proyecto a partir de lo visto durante este semestre (se vienen torneos internacionales donde se necesita más que lo mostrado), ¿podrá el actual DT rellenar esos vacíos tácticos que tiene el equipo o el hincha de Atlético Nacional se acostumbrará a ver a su equipo ganar de formas diferentes a la tradicional?