Sierra se ganó una beca para estudiar diseño industrial en la Universidad de los Andes en Bogotá. Al finalizar su carrera, empezó a trabajar con marcas como Panasonic, Nike y LG diseñando productos.
Cuando empezó su maestría en la Universidad de Columbia en Nueva York, se dio cuenta de que no estaba creando para el cliente adecuado.
“Llevaba un montón de tiempo diseñando televisores, cámaras, cepillos de dientes… productos con los que llenaba los bolsillos de otros. Y eso me generaba cierto conflicto ético”.
Fue en ese momento cuando decidió irse a África para darle un cambio a su vida.
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En el 2012 llegó a Barrar, una zona rural de Uganda, tal como indica el medio El Espectador, donde empezó a trabajar con 45 artesanas y 4 hombres que habían sido diagnosticados con el virus del VIH – Sida.
Mientras trabajaba con la comunidad, un grupo de niñas entre los 11 y 15 años le pidieron trabajo en la cooperativa. Según sus investigaciones, el 40 % de la población femenina en el mundo no tenía acceso a productos sanitarios durante su menstruación.
Para las niñas de Uganda eso significaba dejar de asistir a clases durante una semana debido al estigma que gira en torno al ciclo menstrual, fue en ese momento cuando Diana Sierra decidió ‘hackear’ una toalla higiénica con un mosquitero y tela de sombrilla para convertirla en una pieza reutilizable que mantendría a las niñas en la escuela sin sentirse avergonzadas por su periodo.
En el 2014 la diseñadora creó Be Girl, la marca dedicada a ofrecer productos reutilizables para las niñas en 13 países de África y el mundo. Pero fue hasta que la Fundación Futura en Suiza decidió invertir y con la que se creó ‘empower bank’ o banco de calzones con el que se han entregado 15.000 prendas en Uganda, Malawi, Tanzania, Ruanda, Malí, Jordania, marruecos, Georgia entre otros países.
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