Todo gracias a la risa, esta simple acción ayuda a controlar la presión arterial, alivia la depresión, tonifica los músculos faciales, fortalece el sistema inmunológico, favorece la digestión, promueve una mejor calidad del sueño y aleja problemas tan comunes como el estrés.

No hay que olvidar que estos son sus efectos más importantes: incrementar la secreción de endorfinas, dopaminas y serotoninas que, en conjunto, producen una sensación de bienestar y actúan como analgésico natural.

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“Reírse corresponde a una reacción emocional ligada al desarrollo del ser humano”, afirma Mauricio Medina, neurólogo y director de la clínica de la Memoria en Manizales.

El Doctor explica, que desde los primeros meses de edad se dan manifestaciones de lo que se denomina sonrisa social, que conecta al bebé con una sensación de placer, lo que le permite el contacto con otras personas.

Añade que la risa es una manifestación espontánea que por lo regular está asociada no solo a agentes internos como los recuerdos, sino a causas externas como los chistes o los acontecimientos jocosos que producen un efecto placentero.

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Contagiosa

También se ha hablado del poder contagioso de la risa. ¿Quién no ha experimentado en alguna ocasión, cómo una persona empieza a reír y el resto del grupo hace lo mismo?

Esta reacción se da, según el neurólogo, gracias a las neuronas espejo y así lo explica: “cuando estamos en compañía de gente alegre y risueña, se activan estas células nerviosas que nos impulsan a reír”.

Por lo tanto, reírse es una expresión afectiva que compromete muchas zonas dentro del cerebro, por eso ayuda al contacto social, entender la situación de otros y es obvio que produce una sensación de bienestar.

“Cuando uno ríe y lo hace a carcajadas acelera el pulso, la respiración, hay tensión muscular, incluso, en algunos casos hay personas que llegan a llorar de la risa”, afirma el neurólogo.

De manera que la risa, además de todos esos componentes cerebrales, también ofrece una sensación de placidez, porque todo el cuerpo siente bienestar, por eso tal vez es imposible reírse haciendo mala cara.

La risa, según Medina, es una terapia útil para todo el mundo.  “Las personas que son optimistas, que sonríen más y son más sociables tienen menor riesgo de muerte cardiovascular que aquellos que tienden a ser negativos”.

Temor

Aunque parezca extraño, la risa no suscita alegría a todo el mundo. De acuerdo con el neurólogo Medina, algunos expertos asocian la risa con agresividad, pues consideran que esta tiene un componente de burla.

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Es por eso que algunas personas padecen un trastorno psiquiátrico que se conoce como catagelofobia. Pues a pesar de que la mayoría de los seres humanos han sido blanco de burlas, los catagelofóbicos son más susceptibles y sensibles a que se rían de ellos. Por eso tardan más tiempo del normal en recuperarse después de una burla.

Un caso severo es el que ocasiona la neuralgia del glosofaríngeo. Esto se da, explica Medina, cuando el paciente tiene una risa exagerada que le ocasiona dolor severo y por eso sufre pérdida de conciencia o baja de tensión.