La respuesta generalizada parece ser siempre la misma: picos respiratorios, el ambiente, o un virus que está dando.

Lo que ignoramos y que revela un estudio realizado por la Universidad de Carolina del Norte, es que podemos estar conviviendo con un enemigo común que “tiene muchas más bacterias que un nido de chimpancés“: Nuestro colchón.

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Y es que este estudio que, además revela que un tercio de las bacterias que hay en nuestras casas y entorno provienen de nuestros propios cuerpos, concluyen que las superficies usadas por una persona pueden estar compuestas por piel muerta, ácaros de polvo y sus heces, lo cual repotencializa la formación de bacterias nocivas que desarrollan potencialmente enfermedades respiratorias crónicas.

La publicación estima que, en un hogar estándar, una simple colcha podría albergar cerca de 20.000 ácaros, mientras que un colchón de varios años podría albergar millones de ellos. La diferencia radica en que las sábanas, fundas y colchas tienen una mayor circulación de limpieza puesto que se lavan a menudo, mientras que los colchones, tapetes y muebles no se asean con la misma frecuencia.

“El estudio concluye que los seres humanos estamos rodeados, en entornos como nuestra cama, de microbios menos diversos que en el caso de los chimpancés (pero en mayor cantidad), que provienen principalmente de nuestros propios cuerpos y no del exterior, lo cual aumenta significativamente nuestra vulnerabilidad a las alergias y otras enfermedades“, concluyó la doctora Megan Thoemmes, autora principal del artículo, que ha sido publicado en la revista Royal Society Open Science.

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Especialistas médicos, neumólogos y alergólogos coinciden en que es clave tratar de mantener al máximo la limpieza y desinfección en el hogar, para disminuir las posibilidades del eventual desarrollo de enfermedades respiratorias silenciosas de las cuales hasta hace poco se desconocía su procedencia.

Con la pandemia ha surgido una significativa corriente por el aseo, y aún más, el microaseo, el cual ha generado una importante conciencia humana por la desinfección de superficies y elementos como los cajeros automáticos, el dinero, los controles remotos en el hogar, y las superficies como tapetes, muebles y colchones y enseres. 

Debido a lo anterior, y con esa conciencia de autocuidado que se ha despertado, incluso que recomiendan los especialistas para entornos seguros y libres, se ha incrementado la conciencia por utilizar diferentes productos como el alcohol, los líquidos desinfectantes o geles antibacteriales en diferentes superficies.

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Frente a los muebles, enseres, colchones y tapetes, la demanda del consumidor se ha inclinado hacia los servicios de desinfección y aseo profesionalizados con elementos y máquinas de gran tecnología y potencia, que reduzcan considerablemente las bacterias.

El ambiente, el incremento notable de la polución, sobre todo en las grandes ciudades, las mutaciones constantes de los virus y un entorno descuidado, sin duda se convierten en una mezcla letal que aumenta significativamente las posibilidades para desarrollar enfermedades graves y crónicas que impactan directamente en la calidad de vida. La reducción de esas variables ambientales, el cuidado y limpieza permanente de nuestros entornos, y el adecuado lavado de manos y prendas disminuirán notablemente la disposición a desarrollar enfermedades de tipo respiratorio o pulmonares.