“Su cama podría ser más sucia que la de un animal que juega con sus propios excrementos”, reza la primera parte de una nota publicada por el británico The Guardian, en la que cita un estudio de la Universidad de Carolina del Norte, EE. UU.

Como se mencionó atrás, un 30 % de la suciedad de las camas proviene del mismo cuerpo, sobre todo piel muerta, materia fecal y fluidos de la boca (saliva, sangre, pus).

Los autores del estudio decidieron comparar nuestras camas con las de uno de los parientes más cercanos, como es el chimpancé, y la diferencia radica en que los simios construyen sus sitios para dormir con ramas secas que reúnen cada día, es decir que siempre duermen en una cama limpia.

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El estudio tomó muestras de más de 40 nidos de chimpancés y los comparó con otras tomadas de camas normales, con una limpieza e higiene promedio, y descubrió que las bacterias en las cunas de los monos eran mucho menos que en las camas de personas.

Incluso cuando se trató de encontrar pulgas, piojos y garrapatas, en 15 de los nidos de chimpancés no hallaron nada.

Otro de los hallazgos del estudio es que el 30 % del peso total de una almohada usada puede corresponder a deshechos del cuerpo, mientras que un cubrelecho puede tener unos 200.000 ácaros (insectos arácnidos microscópicos), en tanto que un colchón doble contiene unos 10 millones de estos animales.

El estudio concluye que, al alejarse del suelo en busca de un ambiente más higiénico para dormir, los seres humanos han creado una situación menos ideal, que genera alergias y atenta contra la salud.