El cambio climático es quizás el reto más grande que enfrentamos como humanidad. La revolución industrial y la producción en masa han generado impactos incalculables en el ecosistema.

Según Naciones Unidas, la industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta al producir más emisiones de carbono al año que todos los vuelos y trayectos marítimos internacionales en el mundo.

Esto sin contar que, para confeccionar un par de jeans, se necesitan 7.500 litros de agua, equivalente a la totalidad de lo que consumiría un ser humano en 7 años. Sin embargo, y con el crecimiento del fast fashion la producción ha aumentado de manera acelerada, creando tendencias nuevas cada 2 semanas, y prendas con vidas útiles muy cortas, que en su mayoría, están hechas en materiales sintéticos que demoran más de 200 años en degradar; y aún así, nosotros compramos 60% más ropa y la desechamos en la mitad del tiempo de lo que lo hacíamos hace 15 años.

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No obstante, el impacto generado por la industria del fast fashion no es exclusivamente ambiental, sino laboral. La forma en la que estas empresas logran producir cantidades exorbitantes de ropa, a tan bajos precios, es a través de mano de obra de bajo costo, que en diversos casos registrados, viola los derechos laborales y humanos de quienes la fabrican, evidenciando prácticas generalizadas de trabajo infantil, explotación laboral, salarios no competitivos, y condiciones infrahumanas en plantas de producción de países como China y Bangladesh.

Pero, ¿qué podemos hacer para seguir disfrutando del vestir libremente y a su vez frenar los impactos perversos que genera esta industria? La respuesta se encuentra en los conceptos de moda circular y slow fashion.

La moda circular es el sistema de producción que busca optimizar los procesos creativos y productivos, promoviendo el uso consciente y racional de recursos, tanto naturales como humanos, para reducir el desperdicio y el impacto negativo realizado sobre el medio ambiente.

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A través de este proceso se busca que, desde la concepción misma de la prenda, esta pueda encontrar un tiempo de vida útil mayor, así como una mejor funcionalidad para diferentes momentos y espacios de la vida cotidiana del consumidor. Así, distintas técnicas o formas de producir prendas como el supra reciclaje, el upcycling, el zero waste o residuo cero o el comercio justo se integran al modelo de moda circular, para sentar nuevas bases en el diseño y producción de prendas.

Ahora bien, nosotros como consumidores también tenemos parte y responsabilidad tanto en la problemática, como en la solución. Y es desde esta perspectiva que surge el concepto de slow fashion, que promueve no sólo la desaceleración en los procesos productivos, sino también en el consumo, el cual consiste, entre otras prácticas, en dejar de comprar prendas que no necesitamos, o que sabemos, de ante mano, que tendrán una vida útil muy corta, o específica para ciertas ocasiones “especiales”.

De igual forma, en Colombia, surgen iniciativas como “Vístete de Colombia”, que en 2020 nace con la necesidad de impulsar el desarrollo productivo y sostenible de las empresas del sector de la moda.

Este movimiento fue creado con el objetivo de promover prácticas de comercio justo, pero también como una plataforma para dar visibilidad a las empresas que generan empleo en el país e impactan positivamente a las comunidades con quienes trabajan.

Desde esta perspectiva de apoyo a la producción local, se busca generar mayor consciencia en el consumidor frente a quiénes son las manos creadoras detrás de las prendas y a cómo cada compra es una herramienta de movilización social, más aún en un país tan desigual como Colombia.

Ahora bien, este esfuerzo también debe ir acompañado de una mayor comprensión de la capacidad adquisitiva y las necesidades del consumidor local, para así generar un intercambio que sea sostenible en el tiempo.

Otra opción para promover el consumo sostenible es a través de la donación, el intercambio y la compra de prendas usadas o de segunda mano.

Frente a esta práctica existen un sinfín de tabúes, sin embargo, y así como en la vida, todos merecemos una segunda oportunidad, y las prendas no son la excepción.

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A través de esta práctica podemos tener acceso a tesoros perdidos en el tiempo, a precios asequibles, y hasta es posible que algunas de nuestras prendas se valoricen como modelo de negocio, como pasa, por ejemplo, con el mercado de los bolsos de lujo.

Tiendas especializadas en prendas de segunda, plataformas en línea como Go Trendier y Renueva tu Closet, o espacios como SWAP, en Facebook, así como las diferentes ventas de garaje que se realizan a través de redes sociales, son una oportunidad perfecta para renovar no sólo nuestros clósets a muy buenos precios, sino para impactar positivamente el medio ambiente a través de los cambios en nuestros modelos de consumo.

De igual forma, existen múltiples fundaciones en el país que trabajan, no sólo para la gestión de residuos textiles, sino también para entregar prendas de vestir a quienes más las necesitan a través de modelos de donación.

La Fundación del Minuto de Dios, en el año 2018, recibió en su “Banco de Ropa” 145 toneladas de artículos, de las cuales 121 fueron redistribuidas y 24 fueron reutilizadas como insumos industriales, beneficiando a 60.458 personas en ciudades y municipios como Bogotá, Soacha, Lérida, Cali, Popayán, Cúcuta, Yopal, Cartagena, Barranquilla, Medellín, Villavicencio y Pasto. Para fortalecer este trabajo, la Fundación -en alianza con Texmoda- distribuidor oficial de las marcas del grupo Inditex en Colombia, recibe las prendas en buen estado que deseen donar, a través de cubículos especializados ubicados en tiendas como Zara y Stradivarius, para así facilitar su recolección.

Todas las industrias están en capacidad implementar políticas de mitigación frente al cambio climático, y la textil no es la excepción. Así como el vestir se convierte en una necesidad básica, que el compromiso con el cuidado del medio ambiente y la adopción de prácticas de consumo y producción más conscientes, según nuestras posibilidades, se conviertan también en una responsabilidad de todos.