El reto de erradicar la violencia de género exige la movilización de diversos sectores: gobiernos, sociedad civil, medios de comunicación y empresas, tal como lo plantea la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos de Investigación y Desarrollo (Afidro). Desde la perspectiva de Afidro, la violencia de género no solo es un problema social, sino un serio asunto de salud pública que afecta profundamente el bienestar físico, psicológico y emocional de quienes la padecen, limitando sus oportunidades y acentuando desigualdades históricas.

El sector salud, junto con la industria farmacéutica, tiene un papel estratégico en la prevención, atención y protección de las víctimas de violencia de género. Afidro resalta la necesidad de transformar los entornos que perpetúan este fenómeno e impulsar acciones sostenidas para evitar que más personas resulten afectadas, especialmente desde edades tempranas. Los esfuerzos colectivos buscan erradicar no solo la agresión física, sino también la coacción, el abandono y los casos más extremos, como los feminicidios, según se subraya en los argumentos expuestos por estos actores.

Las cifras reflejan la dimensión del problema. Según los datos citados, la violencia sexual impacta mayoritariamente en adolescentes entre 12 y 17 años, con una incidencia del 37,3%. Otras formas de violencia —psicológica, física, negligencia y abandono— afectan al 75,7% de las mujeres, concentrándose en el grupo de adultas entre 29 y 59 años, donde la prevalencia es del 24,86%. Además, se estima que, en términos generales, el 20% de las mujeres vive algún tipo de violencia y un 30% de mujeres de 15 años o más la ha experimentado en algún momento de su vida. Mariana Sanz de Santamaría, líder de la ONG Poderosas, alerta que cada diez minutos una mujer o niña muere a manos de su pareja o familiar y que, a nivel global, las víctimas mortales de violencia de género superan ampliamente a las de conflictos bélicos.

La importancia de promover “microrevoluciones” es central en el planteamiento de Santamaría: se trata de impulsar desde lo cotidiano pequeñas acciones que desafíen la normalización de actitudes y comentarios violentos. Esto es especialmente relevante en el entorno laboral y en el sector salud, identificados como los primeros escenarios donde las víctimas pueden buscar protección.

Lupita León, gerente de BMS Colombia y Perú, y Diana Cárdenas, experta en gestión del sistema de salud, coinciden en que todavía falta desaprender la normalización de las microviolencias y fortalecer una cultura de prevención basada en el respeto y la tolerancia cero. Subrayan la necesidad de que las organizaciones desempeñen un rol protagónico en la adopción de políticas preventivas concretas y se conviertan en aliadas claves en la erradicación de la violencia de género. Todo esto cobra aún más relevancia ante la persistencia de desigualdades de género en muchos espacios, incluso en aquellos donde más mujeres acceden a educación y carreras profesionales.

Ignacio Gaitán, presidente de Afidro, enfatiza que la creación de entornos seguros y libres de violencia es una responsabilidad colectiva que involucra a instituciones, comunidades y familias. Sostiene que la eliminación de la violencia de género no debe ser solo una meta, sino un deber de la sociedad, y llama a fortalecer el trabajo conjunto y la construcción de espacios de diálogo para avanzar en acciones efectivas de prevención y protección.

¿Por qué es importante abordar la violencia de género desde una perspectiva integral?

El abordaje integral implica reconocer que la violencia de género adopta diversas formas —física, psicológica, económica, digital— y afecta tanto la salud mental como el entorno social de las víctimas. Además, este enfoque permite entender el impacto duradero en la vida de las personas y la necesidad de actuaciones coordinadas para romper el ciclo de violencia.

Un enfoque limitado podría invisibilizar algunos tipos de violencia y dificultar tanto la prevención como la atención adecuada. Por eso, incluir a diferentes sectores, promover ambientes seguros y trabajar en la eliminación de prejuicios y estereotipos es fundamental para lograr un verdadero cambio social y proteger los derechos de todas las personas.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.