Andrey Varlamov, uno de los autores del estudio publicado en la organización Phys, se puso en contacto con varios ciudadanos italianos, cocineros y pizzerías. Después de hablar con ellos, Varlamov y sus colegas descubrieron que el secreto estaba en encontrar un equilibrio perfecto entre el calor que fluye hacia la base de la pizza de los ladrillos de abajo y el calor que llega a las coberturas.

En Roma, lugar donde se llevó a cabo este estudio, la pizza se cocina durante 2 minutos a más de 30 grados de temperatura. Pero incluso si un horno de acero (el cual tiene la mayoría de personas en sus hogares) pudiera alcanzar estos calores abrasadores, simplemente no se producirá la misma pizza.

Por ello, Varlamov y su equipo compararon dos de los métodos más utilizados para hornear pizza: un horno de ladrillo de una pizzería y un horno de acero como el que tiene casi todo el mundo en sus hogares.

De acuerdo con IFl Science los hornos de ladrillos tradicionales tienen un fuego de leña que se quema en una esquina, lo que permite que el calor se transfiera y se irradie de manera uniforme en todo el horno curvo al aire libre.

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En los hornos eléctricos normales, la pizza a menudo se coloca directamente en la rejilla metálica. Pero el metal conduce el calor con más fuerza que el ladrillo, por lo que la parte inferior de la pizza absorbe el calor más rápido que el resto.

Para explicar este cambio en la conductividad, los autores dicen que los conocedores de la pizza deben bajar la temperatura a 230 grados centígrados y cocinar la pizza por solo 170 segundos para lograr la pizza perfecta.

De esta manera, solo un horno de ladrillos le dará las condiciones adecuadas para obtener una pizza italiana de alta calidad. Aunque Varlamov aseguró que una pizza bastante quedará decente en un horno convencional siempre y cuando se cocine a una temperatura moderada y no tenga muchos ingredientes.