El olor a cemento húmedo y el eco de las voces de trabajadores que a lo lejos sellan con un relleno blanco las paredes de un túnel nuevo son un claro recordatorio de lo que falta en esta estación del metro: pasajeros y trenes.

A siete semanas de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, la ampliación del metro de Río de Janeiro que ayudaría a trasladar a cientos de miles de deportistas y turistas no está lista. Los constantes atrasos, el aumento de gastos y las dificultades económicas del estado en crisis han sembrado la duda a pesar de que las autoridades brasileñas mantienen que el trabajo se concluirá a tiempo.

Más allá de si finalmente está funcionando o no el 5 de agosto, especialistas en transporte subterráneo y auditores expresan su preocupación por el poco tiempo que resta para probar la nueva línea. La fecha de apertura se ha pospuesto una y otra vez hasta fijarla cuatro días antes del inicio de los Juegos.