En esta sociedad, en la que el concepto de lo desechable y el “usar – tirar” están tan arraigados, es muy difícil generar consciencia sobre el uso de recursos finitos. La utilización de plásticos ha crecido exponencialmente desde que este producto se comenzó al producir en masa y a bajos costos. Nada más en el año pasado se produjeron 60 mil toneladas de bolsas plásticas en el país.

No es mejor el panorama de los llamados plásticos de un solo uso, en un año se producen, según el estudio: Situación actual de los plásticos en Colombia y su impacto en el medio ambiente, 2 mil toneladas de pitillos, elementos que se utilizan por un espacio no superior a un minuto, pero que conllevan un impacto ambiental de enormes proporciones, dado que su degradación toma centenares de años.

En la llamada “nueva normalidad”, donde las medidas de salubridad se extenderán en el tiempo, utilizar desmedidamente plásticos para aislar los productos del contacto humano y así minimizar riesgos de contagio de COVID-19, se ha convertido en lo habitual; ahora todo se empaca de maneras más rigurosas, utilizando capas y capas de plásticos que se envuelven entre sí; lo grave de esto es que solo un ínfimo porcentaje es reciclado o reutilizado.

Debido a la pandemia que atravesamos, y que ha parecido establecerse de manera voraz en América Latina, la OMS sigue remendando el uso obligatorio de tapa bocas para toda la población, pero no solo eso, sino también guantes, máscaras de acetato, pañitos húmedos, trajes de bioseguridad, y toda una serie de elementos que comparte una condición nada buena para el planeta: son de un solo uso. Pero, ¿qué hacer para minimizar el uso de estos elementos y al mismo tiempo prevenir el contagio?

Una alternativa muy replicada es la utilización de productos que puedan reutilizarse mediante un manejo efectivo de desinfección; tapabocas u overoles fabricados en telas anti fluido que permitan ser lavados, preferir productos de limpieza que se ofrezcan en envase de vidrio, hacer un uso responsable en las cantidades de elementos de aseo y comprar artículos cuya cadena de producción y suministro sean de preferencia local, para disminuir su gasto energético, contribuyen mucho para que convivir con el virus entre nosotros, no signifique al mismo tiempo, atentar contra el ambiente.

Si bien es cierto que las medidas implementadas por el gobierno para hacerle frente a esta enfermedad, que seguramente se volverá endémica, no estipulan aspectos ambientales, los ciudadanos debemos cambiar el modo en el que consumimos los recursos, siempre respetando los límites impuestos por la naturaleza.

Aunque hay muchas alternativas tendientes a disminuir las millones de toneladas de desechos plásticos que se arrojan diariamente a ríos y mares en el mundo, la más efectiva será siempre la que nace desde nosotros, sabiendo que de nuestro comportamiento sostenible, dependerá el futuro de las nuevas generaciones.

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