Me gusta guardar la esperanza de que dejaremos de ser tan localistas, literariamente hablando. Tenemos escritores colombianos y latinoamericanos maravillosos, como los que he tenido el gusto de reseñar, pero en la actualidad debemos mirar otros horizontes, otros países, otras mentes, visiones y, aun cuando a veces reseñe libros que nos suenan inicialmente ajenos, lejanos, me parece de la mayor valía dar a conocer a autores que han marcado hitos en otras latitudes – más o menos evolucionadas que la nuestra – y evidenciar lo que nos estamos perdiendo por andar pendientes solo de nuestra propia nariz. Es por eso que me encanta reseñar autores/as de la novela negra nórdica, de la novela contemporánea norteamericana, de la novela africana y sus derivados, algunas de ellas que tanto han aportado, y sin que ello sea indicativo de una mayor o menor calidad literaria, se han vuelto series o se han hecho adaptaciones cinematográficas.

Cuando leí el gran thriller ‘La Psicóloga’ de Helene Flood, ella refería que una de sus grandes influencias había sido la obra del sueco Henning Mankell. Y por esto, en esta ocasión, me he encontrado con el inspector Kurt Wallander. Una especie de Sherlock Holmes nórdico moderno. Solo espero, a través de la reseña del penúltimo de sus libros de la serie Wallander – que en su momento Mankell anunció como el último, pero no lo fue, hay uno posterior – dejar sembrada una semilla para que se adentren en un mundo deliciosamente adivinatorio y de suspenso, de esos que se crean con las buenas novelas negras.

Henning Mankell (Estocolmo, 1948, Gotemburgo, 2015) fue un novelista y dramaturgo sueco, autor de 12 libros conocidos como ‘La serie Wallander’. Mankell también escribió otras “series”: una trilogía sobre Sofía, una mujer africana y las vicisitudes y dificultades que sufre en su país desde su niñez, en ‘El secreto del fuego’, luego su adolescencia en ‘Jugar con fuego’, y finalmente su adultez en ‘La ira del fuego’. (De Bolsillo, 2013).

‘Huesos en el jardín’, traducido al español en 2013 por Carmen Montes Cano, publicado por Tusquets, Colección Andanzas (Planeta), hace parte de la Colección Wallander. Fue escrita en sueco, pero publicada por primera vez en holandés como “Het Graf (“la Tumba” y después como ‘Un evento en otoño’). Debo decir que, si uno nunca ha leído a Mankell, lo mejor es empezar por su epílogo – llamado por su traductora como un “post fascio”-. En dicho interesante post fascio, Mankell hace una serie de reflexiones sobre su relación simbiótica con el detective y con sus lectores, y un resumen muy íntimo y personal de cada libro anterior de la serie Wallander.

Hace rato que dejé de creer en el mito de que un buen escritor debe pedir disculpas al mundo por su éxito literario. Al respecto les recomiendo la entrevista de Jöel Dicker, a raíz de su último libro ‘El enigma de la habitación 622’ (Alfaguara, 2020) y que pueden ver aquí.

Estamos en una época de la historia en donde debemos incentivar que todo el mundo lea, en cualquier formato y aparato, pero que se deje llevar y descubra la maravilla del leer: La buena calidad literaria no necesariamente riñe con el éxito editorial. Y la serie Wallander es uno de estos casos.

Mankell fue uno de los escritores suecos más prolíficos y de mayor éxito editorial y metaliterario. Escribió más de 40 libros y ha sido traducido a más de 40 idiomas con ventas sobre los 42 millones de ejemplares. La serie literaria fue adaptada a televisión por la BBC y fue transmitida en 4 temporadas de 2008 a 2016; recibió 25 nominaciones, entre ellas un premio al Globo de Oro y ha ganado 11 de los principales premios de la British Academy Television Awards y algunos otros internacionales. También fue adaptada en su país teniendo como protagonista a Krister Henriksson por NordicNoir.tv.

El libro que reseño empieza con el aburrimiento propio del hastío laboral del detective Wallander, quien va a visitar, por consejo de uno de sus compañeros de trabajo, una casa de campo, en la campiña de Löderup, que estaría destinada a ser la casa de sus sueños, esa casa que los que estamos en la adultez media empezamos a añorar para que sea nuestro destino bucólico final, ese lugar de descanso y merecida paz después de una ardua vida de trabajo, dedicación y esfuerzo. Durante el recorrido por la parte exterior de la casa, encuentra sorpresivamente algo que sobresale en el jardín: se trata de una mano en descomposición, que a simple vista parece ser de tiempos muy, muy pasados.

Al llegar sus compañeros de policía, descubren, después de la correspondiente autopsia, que efectivamente se trata de la mano de una mujer que debió haber sido ahorcada hace más de 50 años. Y, como su esencia de detective se impone sobre los escasos recursos que tiene la comisaría local para investigar asesinatos antiguos, acabamos por descubrir de su mano y de la de su hija Linda Wallander, que también ha entrado a hacer parte de la policía en una novela anterior, todo un entorno y circunstancias lejanos en el tiempo, pero absolutamente actuales, con un final con el que, por demás, empatizamos profundamente.

Algunos críticos se han sentido decepcionados con su novela corta (acostumbrados a libros largos del mismo autor y serie), en una especie de ignorancia sobre la evolución de un ser humano hacia la vejez, el hastío vital – también se vale cansarse, y la necesidad de una vida campestre y de reposo. Nada más equivocado.

Por el contrario, aprovecha Mankell para hacer una sencilla y breve reflexión sobre lo que fue la inmigración de eslovenos en la Segunda Guerra Mundial y sobre lo importante que es la mimetización para que un inmigrante logre adaptarse a la nueva cultura en la que piensa sumergirse. Una civilización extraña en la que desembarcas forzosamente, nunca te acoge, se aprovecha: te sometes o te mimetizas.

Y Mankell también hace una reflexión sobre los dramas y secretos familiares, esos generados por la misoginia y la violencia de género que hay que tapar y, en lo posible, extirpar, para poder sobrevivir, pero que nunca se olvidan. En el sustrato de la perfección nórdica, siempre habrá fantasmas que habiten y hagan reflexionar más allá de lo evidente.

Como decía Guilermo Altarés en El País, al momento de la muerte de Mankell: “En su conjunto, (los libros de la serie Wallander) forman un fresco impresionante de la Europa actual, una lectura imprescindible para entender los mecanismos que llevaron al continente a vivir la mayor crisis social y económica desde el final de la II Guerra Mundial.”

Mankell padecía un cáncer que le fue diagnosticado en 2014; murió en 2015, un proceso que compartió en el libro ‘Arenas Movedizas’ (Tusquets) y que constituyó un valioso y doloroso preduelo.

Vale la pena darse un paseo por esta novela, o por alguna otra de la serie Wallander. Sus reflexiones están más vigentes que nunca, y, de seguro, nos ayudarán a cultivar los valores post pandemia que requerimos para sobrevivir: solidaridad, diversidad y tolerancia entre ellos.

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