En estos días llegó a mis manos un libro de poemas sorprendente y alucinante. Se trata de ‘La guerra que aposté en mi contra’ (2020), una apuesta justamente, de Espasa Poesía escrita por una mujer colombiana, de 28 años y con un don de la palabra que muy pocas voces femeninas en nuestro país han tenido o tienen en la actualidad: Jarhat Pacheco (se pronuncia “Yarat”), una costeña de Aguachica (Cesar), de nombre único – ni siquiera es necesario un seudónimo, bloguera, con un manejo extraordinario de las redes sociales, justamente el espacio en donde comenzó a socializar masivamente sus poemas.

Sin ser educada en un ambiente literario, fue la necesidad de desahogo por ciertas circunstancias familiares y personales “que si no son escritas pueden llegar a atormentar”, las que llevaron a Jarhat a la escritura. A ello contribuyó la lectura. Encontró refugio y morada en la biblioteca del esposo de su tía, que tenía libros muy antiguos, inclusive algunos de los cuales aún tenían el plástico puesto, de donde sacaba libros prestados.

Sus influencias van desde Alejandra Pizarnik –a quien admite que devoró por un útil consejo de un amigo que le dijo que tenía que dejar de leer hombres y tenía que apostarle a las voces femeninas, la uruguaya Idea Vilariño – que estuvo en el pasado Hay Festival de Cartagena 2020, la colombiana Piedad Bonnet y la española Elvira Sastre – esta última leída sobre todo en redes sociales.  No me habló Jarhat de Miguel Gané, el joven poeta español que también comenzó en redes sociales, pero veo que su trayectoria es bastante parecida.

Jarhat es una poetisa que quiere – y lo logra – crear metáforas entendibles, alejada de aquella poesía pretenciosa o ininteligible, que precisamente logre llegar a la esencia misma de la creación poética (poiesis): disparar directo a la emoción del lector transmitiéndola con el único filtro del sentimiento y su propia realidad.

El libro que hoy reseño, su primera obra no autopublicada (tiene otras 2 en Amazon, ‘Te amo, y no es metáfora’ y ‘Mi mundo no se rompió’), consta de 3 partes: “Guerra/Crisis” con 21 poemas, “Tratado de Paz/Sanación”, con 16 poemas, y una tercera “Amor nuevo / Comienzo”, con 19 poemas. Está ilustrado por Carolina Rodriguez Fuenmayor (1989); de una forma preciosa, que capta el alma de los poemas.

El libro lo envió Jarhat a un concurso internacional de poesía pero no ganó, pero como quería tener mayor resonancia que la que tiene un libro autopublicado, lo envió a varias editoriales, siendo en Espasa Poesía en donde hizo eco su voz (anteriormente en 2015 Jarhat le había propuesto la publicación de una novela pero nunca llegaron a un acuerdo) Y ahí es cuando aparecen Esteban Parra, Espasa y  Carolina Rodríguez, para hacer realidad el sueño que leemos hoy. No ha sido un golpe de suerte. Ha sido el resultado de un esfuerzo con la emoción hecha palabra, un esfuerzo de gestión editorial, hecho hoy realidad.

Tuve la oportunidad de conversar con Jarhat para indagar de dónde venía la belleza de su poesía y creo que es la honestidad en su escritura, ese camino de cristal y luz entre su corazón y su escritura, lo que definitivamente la ha llevado a escribir, nos cuenta que desde hace 2 años, este hermoso libro que nos hace identificarnos, como mujeres vulnerables pero con esperanza, con cada uno de sus poemas.

Al indagar con ella sobre sus gustos literarios, me ha dicho que, además de la poesía le fascinan las novelas históricas, en especial las de la Segunda Guerra Mundial, y que le encanta Sarah Lark y sus inolvidables landscape novels, lo cual podría explicar que cada poema de Jarhat sea una breve historia inolvidable. También lee novela contemporánea y leyó muchas novelas juveniles.

Encontré que Jarhat vive intensamente, y sus poemas son el reflejo de esa intensidad. Lo que quiso hacer fue hablar del dolor sin filtro, como lo que era. Ella misma nos dice que “es el libro más desnudo que ha escrito. Sin disfraces ni adornitos.” Para ello se nutrió no solo de su experiencia personal, sino de experiencias de mujeres que conoce, de una amiga en específico: las emociones prestadas como fuente de sororidad en el dolor. Mis poemas favoritos son “La Guerra…”: Déjame ir, bestia; Como a una chiquilla; Diosa; Coexistir (tu piel); Como iban; Leyenda; Así se siente el olvido; Vestida de Fiesta; Sin miedo; Otra persona.

El título aparece en un poema titulado “Ejército de lágrimas”: “Este temblor en mis manos es solo el comienzo de la devastación, el comienzo de la guerra que aposté en mi contra.”

Todos los sentimientos posibles de una ruptura (amorosa, familiar, de amistad) son expresados cadenciosamente, sin reservas. En “Como a una chiquilla” encontramos la sed infantil de venganza: “Me han pintado un paisaje primaveral / que se borró con el primer roce de mis dedos / Ojalá puedan sonreír sin que les salga barro de su boca / mentira / ojalá sonrían goteando barro / para que ninguna más vuelva a caer”.

En “Amarres” vemos la sumisión femenina en su máxima expresión (qué mujer no la ha vivido): “Ya no quiero huir / aunque amarte me hace sentir presa / Tus besos me hacen querer / no tener pies / ni manos / ni planes para más nunca / Tengo la necesidad de hacerte ver que / cada segundo que no me sueltas la mano / me amarras, me encierras”. En “Al Espejo” encontramos una reflexión sobre la autoestima: “Me miro al espejo / y se agrupan pensamientos desleales con mi cuerpo / que se convierten en una plaga / que se traga de a bocados enormes / cuanta plantación con vida encuentra / Esa plantación soy yo / Me obligo a pensar que en mi nada vale la pena / y permito a la plaga que me posea con violencia…” Y lo reitera en “Nuestro cuerpo”: “Nuestro cuerpo no es un tablero de opinión pública” dice la parte final del poema.

En “Como iban” la salida del hoyo amoroso empieza su camino: “Como iban a tomarme en serio / si me sentía casa fantasmal / zona de guerra / huesos abandonados en la carretera”

En “Vestida de fiesta”, tenemos el duelo superado a fuerza de seguir llorando y salir adelante dejando atrás lo dejado: “Olvidé demasiado pronto porqué lloraba. Tan pronto que no alcancé a comprar atuendo de luto / así que te enterré vestida de fiesta. En “Sin miedo”, nos devuelve la valentía “Envié mi miedo en un mar que se hundió en altamar. / Me urge ser valiente.”

Y la certeza del olvido y la llegada de un nuevo amor, nos llega en la última parte. En “Otra persona” nos susurra “He conocido el amor en la forma de otra persona / lo que quiere decir que tu no eras toda expresión del amor / solo eras una extensión / y ahora lo entiendo.

Y en “Gracias” culmina un camino de encuentro con el amor: “No te creíste un salvador / sino que dejaste que yo misma me curara / Gracias por no irrumpir en mi vida / cuando necesitaba estar sola. / Gracias porque sin hacer ruido / te instalaste en mis manos y las hiciste el hogar que buscabas, / Gracias porque supiste cómo y cuando decir que me amabas”. Un camino que, como dice la misma autora, no termina nunca, porque después de terminar su escritura, le volvieron a romper el corazón y se releyó para explorarse a sí misma, lectura que fue dolorosa: “Esa reconciliación con uno mismo es un trabajo constante. No es que suceda una vez y listo… Es como la construcción de un edificio que nunca termina de construirse”, nos dice.

No dudo que nos encontramos ante la nueva Elvira Sastre Colombiana. ¡Ánimo Jarhat, sigue por el camino de la literatura y deléitanos con tus poemas, lo necesitamos!

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