¿Qué será cuando le toque regular máquinas ultra inteligentes?

El tema Uber es una retahíla que me tocó conocer desde 2013, por allá en la época en que la gran multinacional desplegó sus alas primero en Bogotá. Cuando decía con orgullo que Colombia era su hogar. Ya se han realizado todo tipo de análisis y conjeturas sobre esta plataforma, así que no vale mucho otro aporte.

Solo decir que, ojalá más temprano que tarde, todos los interesados entiendan que no se regula una plataforma, ni una aplicación. Lo que se debe entrar a normalizar es el hecho de que un particular preste un servicio de transporte público. Eso es. ¿Puede un particular prestar un servicio de taxi? Y en caso de que sí, ¿qué condiciones debe cumplir para que pueda prestar el servicio en condiciones equilibradas (o al menos justas) frente a los competidores que se dedican a eso? No es más.

Ahora, comparto la preocupación por la ineficiencia del Estado colombiano para intentar regular la disrupción. Y es preocupante por una razón simple: cuando no hay reglas claras de juego, todo termina en el peor escenario. Si no es violencia, es desorden. Y lo grave en este caso es que, como escribieron en la Revista Semana, Uber es sólo la punta de un iceberg gigante que se conoce como economía colaborativa.

Pero mi preocupación va más allá. El 31 de diciembre, BBC Mundo publicó una gloriosa entrevista al físico cuántico español José Ignacio Latorre, que escribió el libro ‘Ética para máquinas’. El genio entregó una frase lapidaria que me quedó sonando: “Estamos empezando a hacer máquinas que deciden”. Considero que seguimos viviendo en modo ‘Terminator’, pensando que las máquinas son algo de “por allá lejos”, cuando ya convivimos con ellas.

No nos vayamos todavía con la regulación de las máquinas. Veamos algo todavía más terrenal. El CEO de Google, Sundar Pichai pidió encarecidamente que “los gobiernos regulen la inteligencia artificial”. Aseguró que esta tecnología, así como trae grandes aportes para la vida de los seres humanos, puede tener consecuencias negativas.

Pichai puso el dedo en la llaga, y propuso un buen marco regulatorio. Marco que, debe incluir temas de seguridad, transparencia, equidad y responsabilidad.  Así, para Pichai, las medidas adoptadas deberán tener en cuenta los posibles riesgos y amenazas que pueden derivarse del mal uso de las herramientas basadas en inteligencia artificial. (Más detalles de las tesis del CEO de Google en este enlace)

¿Se imaginan a nuestro apreciado Congreso desarrollando la tarea de regular los alcances de la inteligencia artificial en Colombia? ¿Al gobierno de turno emitiendo decretos para estandarizar lo que se puede lograr con esta tecnología? Mejo aún, ¿se imaginan a la Superintendencia, quien sabe de qué en esa época, aplicando sanciones a softwares?

Suena a un título vendedor, pero no lo es. Es una preocupación real. En decenas de países lograron regular lo que hace Uber y ya están logrando convivir con la famosa economía colaborativa. Eso, al final del día, es fácil. Pero regular los alcances de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial o la robótica, eso sí será complejo, violento y desordenado. Sólo me queda una reflexión que dijo Ginni Rometty, CEO de IBM en el foro económico de Davos: “tienes que regular el uso de la tecnología, no la tecnología como tal”.

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