Desde hace más de un año, los fanáticos de Martin Scorsese estábamos a la expectativa por su película ‘The Irishman’. Y no era para menos. El hecho de juntar en una misma escena a Joe Pesci, Al Pacino y Robert De Niro es simplemente un hito histórico. Por supuesto, no adelantaré nada de la historia, sólo diré que la espera valió la pena. Cada minuto.

Un tema que sí puedo abordar fue el papel que tuvo la tecnología en este filme. La producción, de acuerdo con varios medios, tuvo un costo cercano a los 175 millones de dólares. Una cifra gigante para una película que no es de superhéroes. El otro dato es que al menos el 60% de ese presupuesto se fue en una tecnología digital de rejuvenecimiento que fue utilizada para que De Niro, Pacino y Pesci interpretaran versiones de sus personajes que eran 40, 30 y 20 años más jóvenes.

Durante la promoción de ‘El Irlandés’, Martin Scorsese sacó la espada y le pegó con fuerza, precisamente, al rosario de películas de superhéroes que tienen como herramienta principal a la tecnología para deslumbrar. No tengo mucha idea de cine, así que sería un error opinar algo ahí. Pero sí es claro que la disyuntiva entre el aporte de los sistemas digitales versus la actuación como pilar fundamental del séptimo arte es un debate interesante y que se debe dar.

Vivimos en una época en que un algoritmo o un sistema de inteligencia artificial tiene la capacidad de crear toda una película. Un ingeniero puede crear una obra para cine en algunos meses, sí. Pero ¿algún sistema podría lograr el nivel de actuación que desplegaron los señores Pesci (por encima de todos), De Niro o Pacino en The Irshman? No. La respuesta es: no. Ninguna máquina puede o podrá lograr emular tal capacidad, ni hoy, ni mañana.

Scorsese tenía esta película entre manos hace más de una década. Y no la había producido por una sencilla razón: ninguna casa productora de Hollywood quiso gastar 175 millones de dólares en un proyecto que no involucraba superpoderes. Sólo Netflix tuvo la suficiente visión para darle vida a esta idea. ¿En qué insistió desde el principio el laureado director? En que sus protagonistas debían actuar siempre.

La producción pudo ser treinta veces más económica si hubieran utilizado actores que representarán a los personajes en su época de juventud. Pero Scorsese tenía algo claro: nadie podría lograr el ‘performance’ de tres mitos como Pesci, De Niro y Pacino. Entonces, optó por utilizar a la tecnología como aliada. Decidió que la tecnología de rejuvenecimiento era la herramienta para completar su obra maestra. Y, de acuerdo con las criticas especializadas, cumplió con creces su objetivo.

Entonces, vale la pena hablar de transformación digital. Cada tanto, leemos que “la tecnología nos quitará nuestros trabajos”, que “los robots van a dominar el mundo”. Y quién sabe qué más exageraciones. Una vez más, quedó demostrado que la tecnología (léase el conjunto: IoT, IA, Big Data, robótica…) es una herramienta para potenciar al ser humano; no digamos un complemento porque suena romántico.

La transformación digital es eso que dimensionó Martin Scorsese. Una máquina puede lograr deslumbrarnos recreando una batalla épica entre robots asesinos y superhéroes, claro. Pero lo que nunca podrá hacer una máquina es transmitir la sensación de desasosiego de un padre que por décadas defraudó a su hija, como lo logra con una sola mirada Robert De Niro. Insisto, las veces que sean necesarias: la tecnología es nada sin el componente humano.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.