Y al diseminarse tan rápido, los enfermos necesitan atención médica en un mismo período de tiempo. Esta combinación de muchos pacientes necesitando al mismo tiempo muchos recursos forma la tormenta perfecta para desatar una crisis. 

Comparado con otras infecciones como el ébola, el SARS y la viruela, el COVID-19  tiene una mortalidad muy baja, se estima que hasta el 20 de abril, habían muerto 170.000 personas en todo el mundo, menos del 0,02% de la población mundial, y sin embargo tiene a todos los gobiernos tomando medidas desesperadas para disminuir su impacto.

De 100 pacientes que se infectan con coronavirus, 80 serán asintomáticos o no necesitarán tratamientos hospitalarios; 15 van a necesitar hospitalización con algún tratamiento y medidas básicas, y 5 van a requerir de una Unidad de Cuidados Intensivos con respirador.

El costo de atender este 20% de pacientes es tan alto que es capaz de colapsar cualquier sistema de salud.

El recurso más importante:  el personal de salud

En Wuhan una sola paciente contagió a más de 14 profesionales de la salud que la atendían. En Bogotá se han registrado contagios masivos en algunas clínicas. El más reciente fue confirmado por la  Secretaria de Salud el pasado 21 de abril que registró el contagio de 32 funcionarios de la salud en la Clínica de la Paz en Bogotá.

Este escenario se ha repetido alrededor del mundo. El número de médicos y profesionales de la salud es limitado y por esta razón hay que cuidarlo como lo más preciado en esta crisis.

Si un profesional de la salud se contagia, todo su grupo de trabajo se tiene que aislar. Esto significa que con cada nuevo contagio se pueden perder en promedio 5 trabajadores y en pocos días las instituciones no tendrán suficientes médicos, enfermeras y personal de apoyo. Hasta abril 21 el Ministerio de Salud había informado de 169 diagnósticos positivos de médicos y enfermeras en Colombia.

Una tesis de grado, realizada en 2019 en la Universidad Externado de Colombia, encontró que Colombia tenía uno de los índices más bajos de enfermeras por cada 1.000 habitantes comparado con otros países de la región, dejando en evidencia que el panorama es preocupante.

Ante esta amenaza, los hospitales han tenido que disminuir el número de médicos y enfermeras en cada turno de trabajo para disminuir el riesgo de contagios masivos y, de esta manera, si se presenta un caso de contagio se tengan que aislar menos profesionales de la salud.

Los equipos de protección  

La medida básica para enfrentar la pandemia es dotar a todo el personal de salud con los equipos necesarios de protección.

Todos estos elementos: trajes, tapabocas especiales, gafas y caretas son desechables o de corto uso, y el costo promedio de un equipo completo de protección para una persona puede ser de 100.000 pesos colombianos (USD $ 25).

Estamos además en un escenario de especulación donde un tapabocas N95 por el que se pagaba en el mercado Colombiano 1.300 pesos, (U$0,3), ahora cueste hasta $30.000 ( USD $ 7.5)

La Organización Mundial de la Salud calcula que para atender la emergencia se necesitan 89 millones de tapabocas de uso médico cada mes en todo el mundo, y los principales fabricantes a nivel mundial no pueden cumplir con toda la demanda.

El costo de la hospitalización

Una persona con COVID-19 requiere estar en el hospital 4 días en promedio y cuando necesita de Unidad de Cuidados Intensivos este período es de 10 días.

Durante este tiempo se requieren de muchos recursos que aumentan el costo de esta atención.

Colombia tiene 5.300 camas de UCI, lo cual, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, corresponde a una de las cifras por habitante más bajas en la región. Las proyecciones más conservadoras esperan que se necesiten 1.400 camas de UCI mientras que otros estudios estiman en 40.000 el número de estas unidades.

Los respiradores son probablemente los equipos de mayor costo. Bogotá cuenta con 1.000 respiradores y se proyecta que pueda necesitar más de 3.000. El costo promedio de un respirador importado es de USD $ 25.000. Ante este escenario han surgido varias iniciativas apoyadas por universidades y empresas privadas para iniciar una producción nacional que lograría disminuir los costos de estos equipos.

Si se espera que el punto más alto de contagio se presente a finales de junio, Colombia está en una carrera contra el tiempo para buscar los recursos necesarios. En estas pocas semanas se debe aumentar el número de camas hospitalarias y la disponibilidad de equipos de protección para el personal de la salud.

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