47 días haciendo comida y viviendo una vida de ama de casa, excepto porque no hago nada de lo que hacen ellas, salvo lavar los platos y tender la cama.

Descubrí un grupo de mujeres que quieren normalizar el no uso del brasier. Yo siempre he tenido los pezones duros y siempre se ven a través de la ropa. Entonces, si estas chicas normalizan este regalo del aislamiento entenderán lo que yo he sentido toda la vida: que los ojos quedan más arriba y  que es dificilísimo para otro (sea él o ella) mantener los ojos en los ojos con un par de tetas en frente.

A mí me cuesta, no puedo casi mirar al interlocutor cuando los pezones están duros y se salen de la ropa, me parecen hermosas en todos los tamaños, formas y colores… Si están ahí, enfrente, debo estar repitiéndome lo que yo les he repetido por años: los ojos están más arriba, sube la cabeza y concéntrate en lo que te están diciendo (o finge).

Aun admirando la belleza de las tetas, no soporto el escándalo que unas personas hacen frente a los pezones, ese deseo imperioso de tapar ese pedacito de cuerpo que no tiene los poderes de Afrodita A (La de MazingerZ). No disparan, no son contagiosos, es más, no está comprobado otro uso generalizado aparte de amamantar. Y digo generalizado porque no a todas las mujeres las excita que les toquen, muerdan o besen los pezones, así como tampoco podría afirmar que todos los hombres mueren por ellos.

Puedo ver la desigualdad corporal en los hombres y mujeres. Basta ver un comercial de desodorante, la censura de las redes sociales al cuerpo femenino o una película PG-13. Los hombres pueden mostrar su pecho, con o sin tetas, y las mujeres no. El machismo y el feminismo distorsionado, definitivamente, han hecho que me ponga muy nerviosa y que no sepa dónde está el punto medio, cómo puedo mantenerme en la delgada línea de la equidad. No creo que las tetillas sean más decentes, más bonitas, más presentables o más mostrables que los pezones.

No he visto jamás a un hombre diciéndole a otro que se tape las tetillas, o preguntándole si tiene mucho frío sin quitarle los ojos del pecho. Sin importar si están forrados en pelos de oso o con tres pelos lanosos alrededor de sus ‘pezones’ no los veo comprando florecitas adhesivas o brasieres de copa gruesa para ocultar esa parte de su cuerpo. En otras palabras, para todos es normal que los hombres anden mostrando pectorales esculturales o tetas gigantes y nadie se pronuncia.

Muy diferente es el caso de las mujeres que hemos tenido que sufrir censura del mismo género miles de veces. Si llueve, si hace frío, si se rozan mis pezones con la ropa se ponen duros otra vez… Siempre hay una de mi especie cerca pidiéndome que me tape, que hay niños o que los hombres parecen leyendo los subtítulos de una película afgana.

La sociedad masculina logró que ellos pudieran quitarse la camisa y no pasara nada, sin importar si son dignos de escultura o no. Nosotras tenemos que aprender a hacernos el autoexamen de mama con las tetas de un hombre porque a las redes les parece obsceno un pezón pero no una tetilla. Sin embargo, cualquiera puede montar un video donde le rompen la cara a un ladrón o una pelea en la calle, porque esto no es obsceno.

Les tengo una noticia, yo no escogí mis pezones, no son como el escote que puedo decidir usarlo o no. No me los puedo quitar, no quiero usar esas dolorosas pegatinas para que esas personas se sientan cómodas, no estoy seduciendo a nadie, no necesariamente estoy caliente, ellos son una república independiente y aparecen cuando mejor les parece. Es normal, todas tenemos pezones y no los voy a esconder, he dicho.

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