Lo que ha hecho internet es poner al alcance de todos verdades y algunas mentiritas que se propagan como el COVID-19 evidenciando, una vez más, que el conocimiento no es democrático y que la mayoría no siempre tiene la razón.

Para mostrar un ejemplo reciente, uno de los videos que más me ha llegado por redes sociales es el del “pelito milagroso” en la mitad de la biblia. Y aunque suene ridículo y poco creíble, fui esa que buscó la biblia para ver si yo tenía la materia prima para la vacuna del virus. Como en el Salmo 91 no apareció nada, conté las páginas para ser precisa y no desobedecer las indicaciones de esta mesías. Pero, aunque mi casa está llena de pelos de gatos (porque tengo 2), la biblia no tenía ni polvo, estaba condenada a no salvar al mundo.

Los métodos anticonceptivos que se han usado tienen características similares, vuelven creyente a cualquiera y ponen a prueba la ciencia, la lógica y el sentido común. El día que mi mamá descubrió a mi hermanita dándose besos apasionados con su noviecito hubo reunión familiar. Yo solo atiné a decirle: “Ma, no vas a regañar a la adoptada (porque solo los hermanos mayores disfrutamos ese tipo de comentarios flojos), no cometamos los mismos errores, porque el miedo no es una buena forma de vida y además es un pésimo método anticonceptivo”. Y empecé hablando yo.

La escena era miedosa, mi mamá estaba sentada en la cama y mi hermana estaba detrás de mi espalda con las manos sudorosas. Y yo, en la mitad, le dije que le iba a contar mi experiencia en el ciencia de la anticoncepción. Mi primer experimento fallido fue no depilarme y cuando salí de la casa creí firmemente en que la vergüenza era un arma infalible, los pelos están catalogados como los bajacalenturas naturales. Decirlo ahora suena absurdo, pero en la adolescencia eramos educados por el porno en donde los pelos solo se veían en la cabeza. También le confesé que no funcionaba tener la menstruación porque es una excusa que no le importa a muchos otros y que, además de que las ganas siempre, siempre le pueden al miedo, mi abuela había quedado en embarazo de mi tía menor con una hemorragia en el día 2 de su periodo.

Después de entrar en calor y de que mi hermana dejara de temblar, mi mamá se empoderó. Para darles una idea de cómo es mi mamá les digo, se levanta maquillada, es una porcelana perfectamente vestida, elegante, muy vanidosa y tiene la necesidad de que el reloj le salga con los zapatos y la sombra de los ojos. En ese momento dijo que a ella no le había funcionado, y lo dijo con mucha vergüenza y pasito, ponerse calzones de diferente color al brasier… mi hermana y yo no pudimos volver al tono serio y hasta ahí llegó la clase de sexualidad.

Y, aunque es muy grave creer que el miedo nos blinda, es más escalofriante escuchar lo que han hecho algunas personas para enmendar el error de subestimar el poder de las ganas. Desde peligrosos descensos por barrancos sin ropa interior hasta tomarse todas las pastillas anticonceptivas del mes en un día. La falta de verdad cobra vidas. A mí me alegra que una persona se cure haciendo una infusión de pelo de biblia, sin embargo, no es prudente propagar información falsa. He escuchado mujeres que se la han pasado pésimo porque les dicen que para abortar deben tomar Coca Cola con aspirina, meterse un limón en el coño, creer que orinar después del sexo enmienda toneladas de semen que no entraron por la uretra, hacerse duchas vaginales 8 días después…

Todo esto para decir que el sexo no es una cosa horrible que solo se debe hacer con el ser amado, que tener miedo no te hace inmune al deseo y que es muy importante usar condones o algún método científico confiable si no quieres tener hijos. Lo mismo pasa con la pandemia, o eso creo hoy. Cree en lo que quieras, pon tu fe donde te funcione pero no desconozcas los datos científicos, esto es nuevo y es importante y es serio. Quédate en casa, usa tapabocas y no pongas en riesgo a los demás.

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