Feria del chantaje, incriminación a rivales políticos y sociales, es lo que reina en cada una de las diligencias de aquellos que dicen ser ejemplo de la ética, pero en el fondo son el vivo sentir de la podredumbre que circunda el poder de la nación. Miserable y ruin es el cinismo y actuar de adustos personajes que, desde sus mentiras, chantajes y corrupción comprobada, a lo largo de los años, ahora posan de víctimas sin siquiera sonrojarse. Preocupación invade la casa, de Nohora y los niños, con el pronunciamiento de los Rodríguez Orejuela desde la prisión en Estados Unidos, mar de verdades a medias, que tanto daño han causado al país, son los postulados que se asumen como propios y se posicionan en el imaginario colectivo en la reconstrucción del conflicto colombiano.

En la carta difundida esta semana, por los medios de comunicación, los hermanos Rodríguez Orejuela encendieron nuevamente la llama de esas presuntas pruebas, casi comprobadas, de la conexidad de los carteles del narcotráfico con el auspicio de la política –roja y azul–, el fútbol, la industria, los medios y varios actores de la sociedad colombiana. El pasado no perdona, y a sabiendas de los antecedentes de los jefes del Cartel de Cali, e incluso los agentes de la política colombiana, son muchos los que terminan dando más valor al testimonio de un narcotraficante que a la ilusión moral de un expresidente. Versión cuestionable que, después de tantos años, revive el proceso 8.000 no es más que el fiel reflejo de un pésimo perdedor, mezquino godo que ostenta una dignidad que no logra tapar su mentira y cobardía desde la que se acomoda al vaivén de la política nacional.

Quebrantamiento del voto de silencio de los Rodríguez Orejuela exalta a que sean llamados a rendir su versión en la Comisión de la Verdad, abrir una caja de Pandora que puede salpicar a muchos que sigilosamente quieren pasar de agache desde los cargos diplomáticos o gubernamentales que ostentan. El que al cielo escupe en la cara le cae, eso fue precisamente lo que le paso a quien, desde su memoria selectiva, incrimina de actos non-santos a caudillos liberales, pero olvida su participación en los sonados contratos de Dragacol y Chambacú; denuncia de malquerencias en campañas políticas que devela el escaso carácter de un sujeto que, por genética, desde su padre Misael, tira la piedra y esconde la mano. Dinamismo de la política enseña que hoy se ataca y se cuestiona, pero más adelante, o en el pasado, sin el menor pudor o escrúpulo se hacen alianzas que luego pasan factura de contado.

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Una publicación compartida de Andrés Barrios Rubio (@andresbarriosrubio)

Generación de líderes, muchos delfines que ahora pasan la posta a sus hijos, es la que impide corregir el rumbo de una historia torcida entre intrigas, violencia y corrupción; linaje político que, como peste, se transmite a la descendencia y el pueblo ignorante les otorga el poder para ser pisoteado. Es la hora de un cambio, tragar algunos sapos, e impedir que se sigan encubriendo políticos que, de manera descarada, aparecen, como protagonistas, cada vez que se destapa un escandalo de corrupción que es aún más grande que el anterior. Agua sucia que se usa, para perjudicar a otros, al final chispea a muchos y termina evidenciando que todos tienen rabo de paja, mitómanos impúdicos que o no ven un elefante a sus espaldas, tienen una carta bajo presión, o son vilmente engañados en su buena fe.

Búsqueda de la verdad ha terminado por revelar el talante, la coherencia y la fiabilidad de quienes se aproximan a rendir testimonio, cada actor del conflicto está dejando en la historia su esencia, su naturaleza, desde la coherencia de sus relatos ante la ciudadanía. Táctica empleada por el último de los gobernantes conservadores ratifica que ningún político en Colombia está limpio, les encanta hacerse los ciegos y montar sectas para defender lo indefendible. Colombia no olvida el nefasto gobierno de quien entregó el país a la guerrilla y carga en su consciencia las repercusiones de sus actos para la nación: acabó con el ferrocarril, creo el UPAC, impuso el dos por mil para salvar a los banqueros, impuesto transitorio que sigue generando ampolla a los colombianos, entre otros.

Problema de Colombia es creerle a los criminales sin pruebas, mejor ejemplo es el caso de las FARC que se atribuyen el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado sin un solo fundamento y miles de contradicciones entre ellos mismos; gravísima afirmación de los Rodríguez Orejuela puso en posición incómoda a más de uno, volteo la estrategia política de la dignidad, y mientras el país está incendiándose los expresidentes orgullosos se constituyen en faro de luz y moral para demostrar que el pasado fue podrido, el presente sigue ardiendo y el futuro se vislumbra oscuro. No importa cuando, siempre aplicará la letra de aterciopelados, “en el país del sagrado corazón a nadie se le puede dar la absolución, cuando el billete es emperador. Ya no hay decencia que valga, no hay honor. La horrible ley de la selva de cemento: supervivencia para el más violento. Honor y escrúpulos son un invento de un pasado lejano. Polvoriento”.

Incomprensible resulta ataque de decoro que se tuvo como respuesta a la carta de los Rodríguez Orejuela y se tome como verdad todo lo que ataca, al contrario, pero se resalta como mentira lo que enloda las toldas azules. Secreto a voces es que entre malhechores no hay lealtad, la verdad se debe divulgar en el momento preciso que se conoce para que su efecto sea recibido con contundencia y se pueda aplicar la debida justicia, dejándolo para más tarde pierde todo su valor. Incómodo escrito que llegó desde Estados Unidos solo desenmascaró a un expresidente que siempre fue resentido, inseguro, poco inteligente, acomplejado y envidioso. Por más que se desmienta a los hermanos del Cartel de Cali nadie podrá atajar el desmoronamiento de la superioridad moral de quien se hizo elegir bajo el lema de diciendo y haciendo a la Alcaldía de Bogotá y en la Presidencia prometió que el cambio era ahora.

Elemento distractor, que devuelve al país al pasado, consigue que se olvide fijar la mirada en el presente, la carta terminó siendo una agenda mediática para desempolvar a oscuros personajes que recuerdan el escándalo y lo niegan todo. Comidilla de bochinche que colmó los medios de comunicación y sació el morbo colectivo social es la ratificación de que la política apesta y que casi el 100% de los políticos, se alían hasta con el diablo para tener el poder. Si a estas alturas a usted, como ciudadano, no le repugna la política tradicional tristemente Colombia estará condenada a vivir en una sociedad que difícilmente avanzará, con pretextos o no, las guerrillas han elegido presidentes desde afuera, y el narcotráfico desde adentro. Gracias a las patrañas de un proceso imperfecto ahora se les paga a los delincuentes, se les dan curules en la Cámara y el Senado y el pueblo se debe tragar los crímenes imperdonables que tanto mal le han hecho a la nación.

Las voces de los protagonistas que acompañan el desarrollo de este tema se pueden escuchar con Andrés Barrios Rubio en el podcast “Panorama Digital” en Spotify.

 

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.