Los alemanes Nikolaus August Otto, Gottlieb Daimler y Rudolph Diesel, y los norteamericanos Henry Ford y Charles Franklin Kattering, pioneros del automóvil, nombres que casi dos siglos después siguen sonando en nuestras vidas cotidianas, cambiaron el mundo. Las distancias se acortaron, la velocidad creció, el hombre se hizo más productivo, las ciudades se transfiguraron, nacieron urbes no sólo acopladas, sino fundamentadas, en el nuevo sistema de transporte. Hoy (y ayer en un panorama largo para todos los que nacimos en el siglo XX) no podemos concebir la vida sin los autos.

Son maravillosos. A mí, personalmente, me fascinan. Llegaron para quedarse.

No obstante, su proliferación, acompañada de sistemas contaminantes de combustión, ha hecho, en muchos casos, de nuestras vidas un ‘trancón’. La velocidad disminuyó, nos hicimos menos eficientes, los cielos se nublaron, el clima se calentó, y, lo peor de todo, nos colmamos de estrés.

Afortunadamente los carros también se han transformado. Por ejemplo, actualmente hay excelentes opciones de eléctricos en el mercado, como lo reseñé hace poco para www.energialimpia.co: llegaron los carros eléctricos a Colombia. Seguro en este 2019 que germina, la oferta, las posibilidades, las facilidades y los beneficios para montarse al “tren de los eléctricos” aumentará notablemente.

Si de transporte sostenible estamos hablando, definitivamente, la opción acertada – en la medida que sea competitiva económicamente también – es bajarse de los vehículos impulsados con gasolina o diésel para subirse a los híbridos o eléctricos. ¿Quién se le mide? Por pura ley de oferta y demanda, entre más seamos los interesados, mejores precios y condiciones vendrán.

¿Habrá algo superior? Claro que sí. Siempre es bueno tener en cuenta a Machado, a Serrat, a Rubén Blades:

A veces, como lo entiende la filosofía oriental, lo más avanzado es retornar al origen. Mejor aún que remplazar los motores a combustión en los automóviles es, literalmente, descender de ellos. Caminar. Y si esto se complica; pedalear o, en su defecto, patinar.

Si están cansados de tanto tráfico, es hora de que se compren una buena patineta o una bici, y, sobre todo, un excelente par de tenis. Los hay de todos los colores, tamaños y sabores. Lo más asombroso es que las ciudades – que crecieron y se desarrollaron alrededor de los automóviles – hoy se están adaptando y transformando para que los ‘caminantes’ renovados podamos pasar.

Juan Daniel Correa

Artículo relacionado

¿Se acabó la guachafita?

Por supuesto, no es sólo un tema privado. Aprovecho estas líneas para mencionar, y augurarle larga vida, a las iniciativas de transporte personal compartido MUVO y GRIN que, en este momento, ruedan con fuerza por la ciudad de Bogotá. Tendrán bastante que aportar a la nueva concepción de ciudades sostenibles en la que hemos de pensar, y embarcarnos, ahora.

¡A Caminar!

¡Deseo que este 2019 que apenas despunta, sea grandioso para todos!

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.