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Quisiera ser La Mujer Maravilla, no para convertirme en una bomba sexual, sino para usar sus poderes en combatir el machismo y la violencia. Sin embargo, soy Margarita Barrero y al igual que el resto de colombianas carezco de cualidades sobrehumanas para defenderme, para cuidarme y para luchar por mis derechos.

Lo que sí tenemos todas es poder de decisión. Con el paso de la historia hemos desarrollado convicción en nuestras luchas y estamos en un momento decisivo en nuestro país en el que nos va a tocar demostrar que somos 20.111.908 sufragantes, la mayoría que puede decidir el futuro político de Colombia este fin de semana.

Que sirva de inspiración La Mujer Maravilla creada en 1941, en medio de la Segunda Guerra Mundial, por el psicólogo William Marston (también inventor del detector de mentiras). Estaba convencido de que la única manera de evitar los conflictos era con mujeres gobernando, nos consideraba moralmente superiores, soñaba con un matriarcado americano y consecuentemente vivía en una relación poliamorosa con la abogada y psicóloga Elizabeth Holloway  y la sicóloga Olive Byrne, hija de Ethel Byrne, quien abrió la primera clínica de control de natalidad en los Estados Unidos. Las dos fueron fundamentales en la concepción de la legendaria heroína de ficción.

En una entrevista que dio al New york Times en 1937, el científico, en ese momento director del laboratorio psicológico de Harvard, pronosticó que en el plazo de un siglo “las mujeres tomarían las riendas del país, política y económicamente”. Marston decía que La Mujer Maravilla era “una propaganda psicológica para el nuevo tipo de mujer que debería ser para gobernar el mundo”.

Entonces: ¿quién es Diana Prince, La Mujer Maravilla? Más allá de la princesa guerrera descendiente de las amazonas, en su concepción es el ejemplo de quien aprovecha sus talentos y confía en sí misma para mejorar el mundo evitando el uso de la violencia. Sin el lazo mágico, invisible e indestructible que obliga a decir la verdad, los poderes superhumanos, las habilidades de combate y el disfraz con los colores patrios de Estados Unidos, ella podría ser usted o yo: una mujer. No una más, la que define, porque la que de verdad cuenta no es una heroína del cine, es usted, que es ciudadana y tiene derecho a votar.

Eso sí, ese espíritu imbatible que muestra en el comic lo necesitamos todas las que queremos vivir sin miedo a que nos violen, nos roben, nos maten y quienes buscamos sentarnos en una mesa a debatir con los hombres sin esperar que nos griten, nos callen, no nos escuchen o repitan exactamente lo que dijimos y encuentren la aceptación que nosotras no tuvimos al hablar.

Nuestra lucha es de justicia y de equidad, igual que ella, quien en alguna tira cómica dijo: “Es fácil romper las ataduras si ustedes saben que pueden”. Nosotras podemos.

No somos inmortales como La Mujer Maravilla, envejecemos y vamos a morir, justamente por eso es que no podemos esperar al mañana para tomarnos el mundo a nuestra manera usando la persuasión, nuestra intuición y nuestra inteligencia, durante tantos años subvaloradas. No somos telépatas ni tenemos control mental o astral, somos humanas, trabajadoras, valientes y decididas podemos cambiarlo todo, porque somos millones, y eso nos hace fuertes.

No tienen la relevancia que deberían noticias como un hombre que golpea a una mujer, que suben las cifras de los feminicidios y que las niñas son violadas desde bebitas en sus casas, no existe ni existirá una heroína omnipresente que nos ayude, en la vida real solo nos tenemos a nosotras mismas para representarnos. Si logramos que la sociedad sea distinta con nuestras decisiones no tendremos que buscar nuestra vida digna en personajes de ficción o en mundos de fantasía.

¿Quién nos representa? No son las parejas de las 33 mujeres al día que son maltratadas en hogares colombianos, apoyamos a quienes crean que estas cifras pueden dejar de estar en las estadísticas mensuales y anuales de un país, a quienes se comprometan con acciones puntuales para que tengamos más visibilidad en la toma de decisiones de Colombia.

Nosotras podemos compartirnos la ubicación en tiempo real, llegar a la casa y avisar que llegamos vivas y bien, inventarnos señales con las manos para demostrar que estamos en peligro, tener llaveros de defensa personal pero ¿de esto se trata estar seguras? No, necesitamos políticas públicas pensadas para nuestro beneficio, un ministerio que nos ponga en las prioridades del país y una sociedad consciente de lo que nos pasa,  que sea capaz de evitarlo, entonces ¿será que necesitamos a la mujer maravilla o encontramos la que llevamos dentro?.

Esta es la versión en TikTok de la columna:

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.