La inocencia después de tener cédula no es tierna, es fuente de problemas y dolores innecesarios. Las inseguridades son molestas piedritas en los zapatos de toda mi vida y tiene que existir una solución diferente a reaccionar ante ellas.

Parece que los que hemos sido infieles somos más desconfiados con las acciones de la pareja. Si ella está de viaje y me dice que se va a acostar temprano mi cabeza se descontrola, no lo soporta, recrea todas esas veces en las que “acostarse temprano” era el nombre clave de “límate los cuernos, mi amor”.

“La ira (el odio, la venganza o cualquier otro sustantivo que tenga sentido aquí) es un veneno que se toma uno esperando a que se muera el otro” es una frase que le atribuyen a todos los pensadores, a mí me llegó por Shakespeare y no podría apostar mi vida a que es verdad. Lo que sí he experimentado es vengarme de la manera menos productiva de las cosas que creo que los otros me hacen, ni siquiera es necesario que las hagan.

Por ejemplo, si mi pareja se quedó con una de esas amigas sospechosas me lleno de ira y creo que lo más sensato es “pagarle con la misma moneda”. Una moneda asumida y no comprobada, un pensamiento producto de mis inseguridades y de los miedos al abandono, a no ser suficiente o qué sé yo… Una moneda que incluye infidelidad por venganza, no por disfrutar, no porque me guste otro, ni siquiera porque tenga ganas de follar, solo por si lo que pienso es verdad no ser la boba de la relación. Al final, muchas veces, en la vida real no pasó nada allá y yo terminé llena de culpa, con otro mal polvo por pendeja.

Otra situación en donde no se me ha dado bien la venganza es cuando he tenido relaciones de 1, cuando pienso que salgo con alguien y en realidad “Alguien” solo está follando. Cuando pienso que el sexo me da poder para controlar al otro y me hago una película de puta madre y alguien solo deja de aparecer y me quedo con todo lo que le iba a decir cuando él dijera… otra vez, porque el sexo no está diseñado para vengarse.

Las mejores experiencias de vida han sido cuando leo las instrucciones y no me sobran piezas de la mesa de Ikea, cuando hago la receta y no me pongo creativa, cuando follo para pasármela buenísimo, para vivir ese momento y ya está. Mi rebeldía de hoy, en este nuevo mundo tan raro donde sí es no y no sé es sí, es leer los manuales y no buscar atajos en el camino del placer.

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