Pero, en verdad, los humanos con cara bonita y abdominales marcados no son los únicos que se reproducen. Claro, los cuerpos atléticos son deseados, y las caras simétricas son innegablemente bellas, pero esto no quiere decir, de ninguna manera, que el gusto sea generalizado. Este, aunque tiene componentes culturales y estándares de belleza no es el único ingrediente para hacer ‘match’. La compatibilidad, muchas veces, es más importante que las tan deseadas curvas. Además, hoy en día ¿quiénes se juntan para reproducirse?

Así no parezca, hemos evolucionado. No nos juntamos con otros solo porque tengan caderas amplias, o un despliegue de plumas coloridas, o los machos alfa ganadores de peleas. Nos gustan las sonrisas, la barba, el culo grande, la cintura pequeña o las tetas épicas, que huelan a lo que sea que nos gusta. Que la persona sea divertida, que tenga el “sentido común” parecido al mío (que nunca es común). A otros les importa el corazón de oro y la billetera gorda. Son gustos y el cerebro se encarga de secretar hormonas como la dopamina, adrenalina y norepinefrina para avisarnos que ese puede ser.

Ahora bien, para mí lo más importante siempre ha sido poderme reír, no aburrirme mientras nos seducimos y que por favor no esté superando su antigua relación. Paso, gracias. Si bien no quiero casarme o tener un compromiso a largo plazo sí quiero pasármela bien, divertirme y, por qué no, aprender del que está del otro lado. Me encantaría tener la habilidad de algunas personas de mirar a los ojos y calentarme así y ya. Pero mi calentura pareciera que fuera de carbón y para prender necesita un poquito de contenido, de historia. Siento mucho decepcionarme, soy una de esas mujeres que no ha tenido ‘one night stand’.

No podría, por ejemplo, ir a la cama de alguien que me diga: “Hagamos el amor”. Como dice un gran amigo “¿Cuál es la materia prima para hacer el amort?” El sexo es sexo, con o sin amor, duro o pasito, rápido o despacio, por el coño o por el culo (nunca he considerado el sexo oral como sexo, pero esa es una tara). También me cuesta mucho solo pensar en tirar con alguien que no le llame a las cosas por el nombre, por ejemplo, estas personas que dicen “Me acosté con tal”, “pasamos la noche juntos”, “estuvimos”. Quiero sexo con un adulto al que no le cueste decir lo que quiere: “Quiero follar, tener sexo, tirar, agarrar, etc”. He abortado la idea de una segunda cita porque no soporto a los poetas que hablan de “siempres” y “nuncas” haciendo apología al amor eterno totalmente innecesario para tener una noche de sexo o dos o las que alcancen.

El gusto por otro a la hora de follar puede ser menos exigente, el cerebro omite grandes defectos que jamás se pasarían por alto a la hora de pensar en una relación. Por ejemplo, si hay una mujer guapísima en un bar, es muy probable que el hombre que se acerque a ella sea totalmente flexible en sus modales, la forma en la que está vestida o en que hable en otro idioma y no puedan comunicarse. Con las mujeres es parecido, no todas, pero sí algunas, pueden estar toda la noche con un extranjero que no hable su idioma por la fantasía de revolcarse con ese, que le gusta tanto.

La honestidad brutal no funciona, decirle a la persona que no tiene intenciones de casarse no lo exime de una relación, es más, el mito de que para una relación se necesitan dos es falso, solo se necesita uno con ganas y un nivel de locura, a veces peligrosa.

Lo cierto es que a la hora de escoger a una persona, la evolución y el instinto animal no son determinantes y, en cambio, hay estudios que muestran que la atracción por otra persona tiene 4 cimientos: la apariencia física, que hace que se secreten todas las hormonas sin estar sujeto al componente genético-evolutivo; la geografía, que viva a no más de 10 kilómetros de su casa; las creencias comunes, que el contacto visual hacen posible la comunicación, y la capacidad que tiene el otro de expresar su interés. Y, aunque suene académico y simple creo que, sin importar el tipo de relación que se quiere tener, estos 4 puntos pueden hacer más atractiva la experiencia.

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