Permitirle a otro que se encargue de mi placer sin saber si me va a gustar era un imposible en mi cabeza. Siempre pensé que yo era la dueña única de la verdad de lo que me gustaba y quería mandar siempre en el sexo.

Después de haber dicho que el ano era de una sola vía (para afuera) me vi teniendo uno de los placeres más intensos y duraderos de todas mis experiencias con el sexo anal. Después de escribir mil veces que no me gustaban los ‘spanks’ terminé pidiendo que lo hicieran más duro… y así se han modificado los gustos y las verdades absolutas que no son, de ninguna manera, absolutas.

Cuando descubrí el sexo no tenía tantos años, los adultos no hablaban de eso y cuando se les escapaba alguna palabra empezaban a hablar en código que ellos creían indescifrable. Los juegos sexuales de rol no me gustan cuando tengo que fingir ser algo que no, ni actuar, ni hacerme un personaje e interactuar desde un lugar que le gusta a otro. Sin embargo, los disfraces y el sexo salvaje (como los animales) me parecen un ingrediente parecido a la pimienta negra, en su justa medida es perfecto (la justa medida del que se la quiera comer, claro).

Las palmadas en el culo y el sexo violento me excitan, dejar el pudor y la buena educación en la puerta de la casa ha hecho que tenga los mejores revolcones. Aunque no me gustan los locutores ni las groserías a la hora de follar, disfruto las jaladas de pelo y la asfixia erótica. No estoy de acuerdo con los abusos de ningún tipo. Los juegos tipo “No me cómeme”, por otro lado, me apasionan. No hablo de decir que no en vez de sí quiero, hablo de consensuar.

Él me amarró, parecía una ternera totalmente inmovilizada… Bueno, no una ternera, una mujer amarrada de pies y manos tratándose de soltar como fuera. Una parte de mí quería que se desamarraran los nudos, no para huir, es un juego de poder, son un montón de estímulos que hacen que la sangre se caliente y que la parte racional, que se distrae con frecuencia cuando hay un mal movimiento en situaciones convencionales, se duerma.

Se vuelve una situación de supervivencia y al tiempo la penetración en sí es un clímax, he perdido el juego, pero aquí perder es ganar. Al final en el sexo lo importante es disfrutar (o tener hijos, para el que quiera) y explorar qué es lo que le gusta a cada una de las partes.

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