Somos violentos por naturaleza, y el que opine lo contrario ha leído muy poco de historia o de antropología. Cuando éramos monos desnudos era muy común que matáramos a nuestros vecinos para comérnoslos, o que robáramos sus hembras para hacerlas esclavas sexuales. Pasaron los milenios y nos pusimos ropa más elaborada, e incluso creamos códigos éticos que nos ayudaran a una convivencia digna, pero seguimos siendo igual de brutos.

Las leyes y las penas privativas de libertad, hacen que no nos matemos tanto como hace milenios, sin embargo, nuestra naturaleza violenta tiene ahora un nuevo campo de batalla donde pulular a su antojo: las redes sociales.

Les comento esto porque hace algo más de un año vi una polémica que me impactó. Un presentador de Discovery, Frank Cuesta, muy conocido por sus documentales sobre fauna en todo el planeta, reventó en su canal de Youtube por ataques brutales que le habían hecho en redes sociales.

Su pecado fue que había hecho un documental sobre el mundo de los toros, no siendo el defensor de la tauromaquia, y los animalistas salieron a triturarlo. De camino se metieron de por medio los veganos y el lío fue aún mayor. 

No voy a defender los toros ni mucho menos, eso me costaría en este país la pena de muerte por ni tan siquiera insinuarlo. Pero si creo que no tiene justificación tanto odio por parte de los que dicen “amar y respetar a todas las formas de vida”.

Acaso no es una forma de vida la nuestra, la humana. Cuando se insulta, en este caso incluso a niños, no se puede defender con ello ninguna causa, por muy justa que me digan que es. Cuando hace unos meses un niño que tenía cáncer y que quería ser torero, fue destrozado en redes sociales vimos otro claro ejemplo de hasta donde puede llegar la crueldad humana.

Esto sucedió en España y los tres tuiteros que desearon la muerte del menor tuvieron que ir a juicio. Si hubiera sucedido en Colombia el menor se hubiera llevado los insultos correspondientes y no hubiera pasado nada. Si la causa que se defiende es justa, basta con emplear argumentos, la violencia, el insulto y el odio por el odio, no harán que tus motivos sean mejores que los que no tienen tu misma opinión.

Cuento todo esto ya que como llega la navidad, a ver si al menos los cafres dejan Twitter y el resto de redes tranquilas unos días. Sé que es utópico, los que aman la violencia y se alimentan del odio, siempre encontrarán una causa, justa o no, para dinamitar cualquier tipo de convivencia. El estado, como sucede en otros países, debería ponerle límites a esto. Que el insulto salga gratis será siempre el preámbulo para que se justifique cualquier tipo agresión mucho mayor.

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