Así que no tiene nada que ver si van de paseo en un flamante Mercedes, a que vayan por ejemplo en una humilde zorra o un viejo carruaje. Allí no hay oso que valga por viajar en un transporte precario, les da igual.

Hoy existe la etología, una rama científica de la biología, que estudia e interpreta ante todo el comportamiento animal. Los etólogos, como el reconocido experto César Millan, han investigado y aclarado buena parte de las conductas caninas para entender sus manifestaciones frente a la relación empática con los seres humanos.

El animalismo o el amor por los animales hace que las personas traten a sus mascotas como seres humanos. Por eso se pueden ver restaurantes de lujo para perros, fiestas de cumpleaños, clubes, peluquerías, almacenes de ropa y otros establecimientos dedicados a someter a los animales a actividades propias de las personas.

Los pobres perros no entienden nada de ello ni se van a sentir más felices por recibir fastuosos halagos. Les tiene sin cuidado, no les importa: En la realidad es algo así como compensar ciertos vacíos de los amos, quienes finalmente se satisfacen y se autoengañan al creer que sus perros valoran ese tipo de atenciones. La mayoría de lujos o comodidades caninas son inversiones inútiles.

Humanizar los perros, les quita identidad

Según lo corrobora el experto César Millán, no significa que sea buen trato excederse en cuidados, sobre todo cuando se busca ‘humanizarlos’. Por el contrario, humanizar a los animales hace que pierdan su identidad, que se sientan frustrados, ansiosos e inseguros. Millán opina que “No se están teniendo en cuenta las necesidades del animal. El ser humano se ha enfocado más en ser profesional exitoso y no tanto en tener familia. Por eso quieren llenar ese vacío con los animales. El vacío de la soledad y la falta de atención familiar, tantas veces común en estos tiempos. Pero las mascotas se sienten incompletas porque no son seres humanos y tienen otras necesidades físicas y psicológicas”.

¿Perros de hoy, sin propósito?

El etólogo Millán también afirma que hace 50 años los problemas psicológicos de los perros no eran tan frecuentes porque eran tratados como animales y estaban en espacios grandes. Ahora viven dentro de una casa, aburridos y sin actividad física, prácticamente enjaulados. “Un perro de la calle se comporta mejor que uno que vive dentro de la casa. – dice Millán – Tiene ese reto de sobrevivir, de buscar alimento y desarrolla todas sus capacidades. El perro que vive en la casa no tiene trabajo, no camina más de 15 minutos, no tiene propósito”.

Antropomorfizar animales, un sufrimiento innecesario

Esta problemática ya está siendo analizada por otros expertos como el estadounidense Gary Francione, abogado y especialista en derechos de los animales, quien considera que la humanización de los animales es moralmente negativa ya que les impone sufrimientos innecesarios. Francione considera que los dueños les imponen reglas humanas irrespetuosas que van desde los peinados hasta el maquillaje, y que atentan contra la identidad del animal. Además tantas veces ataviados con incómodos ropajes y disfraces.

Obesidad

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El debate ahora sobre el derecho de las animales consiste en averiguar quién vive más feliz: ¿El perro vagabundo que sigue libremente sus instintos, sin estar sometido a ninguna regla, o aquel que está en el sofá de una casa aislado del resto de sus congéneres? Este último a lo mejor con el mismo cuadro depresivo de su amo, o trastornos similares. Aunque el de la calle también sometido a las inclemencias del tiempo y el abandono. Pero este último para la mayoría pareciera se transforma en libertad. Una calamidad convertida en oportunidad.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.