El ego es una palabra que escuchamos mucho, pero poco se sabe lo que realmente quieren decir estas tres letras.

El ego no es exclusivo sólo de los famosos y de las personas reconocidas, pues ego, en latín quiere decir persona. Así que podría afirmar que todos, absolutamente todos, tenemos ego.

El ego se empieza a construir en cuanto empezamos nuestra andadura en la vida y lo armamos como escudo de protección, es nuestro mecanismo de defensa y nuestra solución adaptativa para resolver nuestros conflictos. Es esa armadura con casco y lanza que nos ponemos y que nos hace sentir seguros, ¡pero sólo es un disfraz!

Se trata de una armadura potente, que nos obliga a hacer cosas que muchas veces no son las que desearíamos internamente, pero que hacemos de todas formas.

Como es una nueva identidad, y no somos nosotros, nos causa muchos conflictos, porque el ego no es sencillo de manejar, ni mucho menos de cargar, porque es pesadísimo y está diseñado con bastantes piezas densas. 

Podemos entender al ego como ese yo que no nos deja aceptar lo que es, y que juega con esa identificación. El ego nos hace hacer y decir cosas en las que sólo nos beneficiamos aparentemente, nos lleva a elegir opciones arrogantes, sin ningún tipo de negociación, porque el ego sólo nos escucha a nosotros mismos.

Cuando tú sacas una voz arrogante que te dice todo el tiempo que eres mejor que los demás, ahí está el ego.

Cuando eres incapaz de pensar en el otro, porque sólo tienes la vista puesta en lo que a ti te pasa, ahí está el ego.

Hay dos fuerzas que mueven y dan vida al ego: el deseo y el miedo.

Cuando nos movemos por el miedo o por el deseo el resultado es egoísta, y esto se salda con que nos deja desconectados de los demás, del movimiento del mundo, de las opciones para encontrar resoluciones pacifistas en donde el bien común triunfe sobre el bien común.

Nuestro inflexible ego siempre quiere llevar la razón y nos define con una etiqueta que no cambia porque es terco. El ego siempre está insatisfecho con lo que tiene, esto es terrible porque el ego siempre te pide más.

Es importante saber que existe, que lo tenemos, que nos gasta malas pasadas y que nos puede llevar a tomar malas decisiones porque nos predispone a la soledad, al autoritarismo, a no contemplar otras opciones de ver las cosas, y a dejarnos estáticos y cerrados en nuestras posiciones.

Y aquí viene el problema. El tener al identificarnos tanto en el ego nos va a hacer sufrir porque no nos deja fluir y nos cansaremos de ser ese ego por tanto tiempo.

Es un acompañante del que tarde o temprano podemos ir reduciéndole el papel protagonista de nuestra vida, pero la clave es ser conscientes de que existe, de que lo tenemos, de que lo cargamos, de que ha estado con nosotros y que podemos aprender a manejarlo y a despedirnos de él con trabajo interior y constancia.

La pregunta que tengo para ti es si eres capaz de reconocer a tu ego y entender cuándo se identifica contigo.

¡Ya me cuentas cómo te va!

Si necesitas una consulta privada conmigo puedes escribirme a este WhatsApp. Todas mis consultas son ‘online’, desde la comodidad de tu teléfono.

Sígueme en Facebook: María Pasión la Doctora Corazón o en Instagram @mariapasioncoach

Encuentra todas las columnas de María Pasión en este enlace.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.