Por tener un cuerpo, por respirar, por poder escuchar, hablar, tocar, sentir, decir. La vida es una bendición, es un milagro del misterio y lo logramos ver cuando por fin amamos.

Hemos pasado la vida buscando, hemos pasado por trabajos, por personas, por lugares queriendo encontrar esa felicidad, pero se nos ha olvidado, que todo está en nosotros. Que debemos dejar de buscar, para que nos podamos encontrar.

Nos hemos olvidado de quienes somos, de quienes eramos. Nuestros sueños han quedado relegados para lo imposible, y todo lo que algún día quisimos ha sido sustituido por las obligaciones, por las marañas mentales, por los problemas y el veneno emocional.

Hemos dejado de ver el paraíso en este mundo, y por el contrario hemos empezado a soñar con un infierno donde solo existen zombis, donde existen personas que no nos hablan porque tienen miedo. Hemos empezado hacerlo, pero también hemos tenido la oportunidad de despertar.

El despertar a ese sueño empieza cuando amamos; pero no cuando amamos a nuestros esposos, novias, amigos, hijos, hermanos, abuelos, sino cuando nos amamos. Solo cuando nos damos cuenta que nos tenemos a nosotros mismos, sabemos de nuestra fuerza, de nuestros poderes, de nuestra presencia.

Y allí, en la certeza de que estamos vivos, es sin duda donde se esconde el reto, o donde se esconde el camino bello de la vida. Puesto que una vez encontramos nuestro centro, una vez nos sentimos felices por lo que somos, nos preocupamos por el otro.

 “Solo ayudándonos podemos ayudar a otro”, y eso se vuelve cierto, porque desde ahí solo la presencia de una sonrisa, puede cambiar toda una tarde de malgenio o de malestar. Encontrar nuestro centro se vuelve nuestra misión, y ser felices nuestra obligación.

Desde pequeños hemos sido seres amorosos, pero con el paso del tiempo, ese veneno emocional se ha inyectado en nuestro ser, ya sea con limitaciones, regaños, juicios, o maltratos, y poco a poco nos hemos creído la idea de que el amor es de dos direcciones, que amar solo se puede con personas, con noviazgos, con matrimonio, que el amor tiene límites y compromisos, pero se nos ha olvidado que amor es la vida, y que es el mismo brillo que se encuentra en los ojos de quien tenemos enfrente.

Hoy, quiero compartir estas palabras, porque he podido durante estos días encontrar mi centro. Y a pesar de que siempre hay dificultades, que las personas que queremos se alejan, o que los espacios a donde queremos ir se disipan en nuestros sueños, el amor también confía. Así que cuando decidimos amar, es porque nos amamos profundamente, y sabemos que de lo único que no podemos escapar es de nosotros mismos.

Hoy, al igual que muchos autores, gurús espirituales o maestros lo han hecho, quiero reiterar esa imperiosa necesidad de que volvamos a nuestro corazón. A que sepamos que allí habita nuestro niño, nuestro cielo interior. Hoy te quiero invitar a que volemos en nuestros dragones, a que hablemos con nuestras hadas, a que escuchemos los secretos de los druidas, de las ninfas; a que disfrutemos de las melodías de los ángeles y de los pájaros, porque solo así podremos disfrutar del día a día, reconociendo que allí en cada instante tenemos mensajes, y que el mayor milagro es poder de nuevo estar vivo.

Hoy puedo con certeza decir que la historia ha transgiversado los papeles de nuestra vida, y que han puesto los derroteros de nuestra destrucción, anunciando que todos los caminos llevan a roma, a ese espacio donde hay sangre y violencia, donde el poder es vertical; pero hoy, los quiero invitar a que giremos las letras y a que volquemos nuestra mirada de forma distinta, y sembremos en nosotros la certeza que todos los caminos conducen al amor. Porque amor es aprendizaje, y cuando aprendemos despertamos.

Ejercicio practico: Regálate un día en esta semana para estar contigo mismo. Comparte un regalo por pequeño que sea, y antes de acostarte consiéntete. Es tiempo del amor. Reconocer la vida que hay en ti.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.