Tal vez si usted lee eso no sabe de qué le habló, pero si le digo que el verso más famoso de esa canción es “llegó diciembre con su alegría, mes de parranda y animación”, seguramente se acuerde de algún tío o familiar que no pierde oportunidad para cantar la famosa frase.

Hoy traigo a colación este verso porque sin duda, para los protagonistas del peor escándalo de corrupción en la historia de Bogotá, el último diciembre sí que llegó con alegría, parranda y animación. La justicia se tomó a pecho el tema, y mientras todos celebrábamos en familia, los corruptos exempresarios Guido y Manuel Nule, así como el excontralor de Bogotá Miguel Ángel Morales Russi, quedaron en libertad.

Los primos Guido, Miguel y Manuel Nule eran los dueños del Grupo Nule, el conglomerado de empresas al que Liliana Pardo, exdirectora del IDU que hoy está prófuga de la justicia y tiene circular roja de Interpol, les adjudicó el 70 % de la construcción de la Fase III de TransMilenio (troncales Calle 26 y Carrera Décima).

Luego de múltiples jugarretas, desvíos de los anticipos, comisiones, coimas y todo tipo de artimañas, el desfalco estalló. El 25 de junio de 2010 durante la administración del exalcalde Samuel Moreno se supo la verdad. Los señores Nule se robaron lo que pudieron mediante una sociedad criminal con el entonces alcalde Moreno, su hermano Iván Moreno, el contralor, el personero y una mafia de abogados.

Al final el tema dejó más de un centenar de políticos y ex funcionarios procesados, de los cuales 29 han sido condenados (11 funcionarios y 18 contratistas) y 40 están respondiendo en juicio.

Pero, como lo dije en un principio, llegó diciembre con su alegría y volvió el carrusel… pero de la impunidad. Cinco de los principales culpables del ‘atraco del siglo’ dejaron de estar tras las rejas durante esta Navidad. 

Guido Nule, condenado a 19 años de cárcel, pagó 7 años y 8 meses. El 28 de diciembre, día de los inocentes, quedó en libertad condicional.

Manuel Nule, también condenado a 19 años de cárcel, gozó de libertad condicional por 72 horas desde el 23 al 26 de diciembre. Pobrecito, tenía que pasar Navidad en casa. Ambas decisiones las tomó el mismo juez cuarto de ejecución de penas de Barranquilla. ¿Sospechoso, no?

¡Pero la navideña impunidad no para ahí; hay más!

El excontralor Miguel Ángel Morales Russi, condenado a 13 años de cárcel, pagó 5 años y un mes y está en libertad desde el pasado 21 de diciembre.

Mauricio Galofre, abogado socio de los Nule y quien fue condenado a 17 años de prisión, pagó 7 años y 8 meses y está libre desde el pasado 10 de diciembre.

Finalmente, el contratista Emilio Tapia, quien tiene dos condenas (una de 93 meses y otra de 48 meses) pagó 5 años y 20 días de prisión, y el pasado 29 de diciembre le dieron casa por cárcel.

Ahora bien, ellos no son los únicos. Miguel Nule, condenado a 19 años de prisión, está en detención domiciliaria desde 2016. El exgobernador de Cundinamarca, Álvaro Cruz, también involucrado en el caso, fue condenado a 88 meses; pagó 3 años de prisión y ya goza de detención domiciliaria.

Y mejor ni hablemos de los concejales involucrados en el caso (Hipólito Moreno, José Juan Rodríguez, Andrés Camacho, Orlando Parada, Jorge Ernesto Salamanca, etc.), algunos de los cuales se han presentado en silla de ruedas a las audiencias, pero luego se les ve caminando tranquilos en centros comerciales y supermercados de cadena.

Sí, el Código Penal da ese tipo de beneficios, y así funciona la justicia en Colombia. Tuvimos la oportunidad de que los corruptos no tuvieran este tipo de beneficios, pero muchos decidieron no salir a votar la consulta anticorrupción. Del dinero perdido, o robado, poco o nada se ha logrado recuperar.

Por eso algunos creen que en Colombia “la corrupción es una inversión de alto riesgo”: robas miles de millones. Si te pillan, te declaras culpable y colaboras. Luego pagas pocos años de cárcel, te portas bien, o te declaras enfermo. Te dan casa por cárcel, y al final sales en libertad sin haber devuelto nada de lo que te robaste.

¡Negocio redondo!

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.