Aunque son varias las teorías sobre la muerte de Pablo Escobar, jefe del sanguinario cartel narcotraficante de Medellín (incluso, una habla de que se suicidó), hay un hecho concreto: su deceso se produjo en Medellín el 2 de diciembre de 1993, y desde entonces se convirtió en una pesadilla para los mismos seres a los que siempre dijo amar.

En realidad, con el paso de los años, a ellos también les fue quedando claro que ese hombre, padre amoroso, esposo romántico, era un enfermo mental. “Después de más de dos décadas con diferentes profesionales, me mostraron que mis traumas se debían al comportamiento psicópata de Pablo”, le dijo Santos Caballero a Semana.

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He hecho un proceso de años de lágrimas y de dolor, me duele profundamente el alma tener que reconocer su comportamiento. Y ahí comprendí, sin darme cuenta, que el miedo me paralizó”, añade la mujer, y confiesa que al principio ella idealizó a ese hombre extremadamente violento excéntrico y extravagante, que puso en jaque al Estado colombiano y llegó a ser considerado, producto de su actividad criminal, como uno de los hombres más ricos del mundo.

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Pero con la muerte de Pablo Escobar no acabaron los pesares para su familia. Por el contrario, el fantasma del capo comenzó a perseguirlos hasta el punto de convertirlos en unos apátridas que ningún país quiso recibir, que apenas si pudieron encontrar un lugar en el mundo en Mozambique y que finalmente terminaron en Argentina, pero clandestinamente, hasta que la viuda del capo decidió contarle a la justicia de ese país quién era y que estaba siendo objeto de una extorsión, lo que la condujo a ella y a su hijo mayor a la cárcel.

Ahora, después de escribir su historia en un libro (‘Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar’), Santos Caballero ofrece ‘coaching’ a otras mujeres con base en su experiencia como la viuda de Pablo Escobar. “Durante el lanzamiento en varios países se acercaron a mí algunas mujeres con historias conmovedoras pidiéndome consejos. En medio de ese proceso, me fueron pidiendo sesiones de ‘coaching’ y ayuda a grupos específicos. Por ejemplo: las Mujeres de Negro, en Uruguay; las Mujeres sin Límite, de México, y también grupos en Madrid, Barcelona […]”, le dice a Semana.

“Había tantas solicitudes que decidimos tratar el asunto de manera profesional”, dice Santos Caballero para explicar que cobra por esos ‘coaching’. “Hoy mis servicios son remunerados y son de dos tipos: o me contratan empresas para dar conferencias, hacerles ‘coaching’ a grupos específicos, o me contratan personas con las que tengo citas por Zoom. Yo he tratado de canalizar la experiencia de mi vida hacia una fuente de inspiración para otras personas”.

Pero quizá lo más llamativo de esta actividad a la que se dedica la viuda del mafioso colombiano más famoso del mundo es que asegura que es la única en la que no tiene rechazo el fantasma del capo. “Puede ser la única parte donde eso no sucede. De resto, mi vida ha sido de exclusión. Pero la gente que me contrata para sesiones de ‘coaching’ lo hace, precisamente, porque he podido superar la tragedia que viví”, dice la viuda de Escobar en la revista. “Yo jamás podré cambiar los hechos de mi historia, me casé con Pablo Escobar siendo una niña de 15 años con un hombre 11 años mayor que yo. Pero sí la he podido resignificar”.

Claro que el fantasma de Escobar no solo se circunscribe a esa pesada carga que tienen que llevar su viuda y sus dos hijos. También hace parte de cuentos de miedo como el que surgió en una entrevista que le hizo ‘la Negra candela’ al tío del narco, en donde, aseguran, su imagen apareció. Pero el fantasma de Escobar lo seguirá espantando Colombia para que una figura semejante jamás se vuelva a ver en este país.