
Cada minuto que corre sin que toda la comunidad internacional se manifieste al unísono sobre la situación en Venezuela le da posibilidades a Nicolás Maduro de conseguir su objetivo: quedarse en el poder, pese a que, quince días después de las elecciones, el chavista Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha mostrado las actas electorales. En cambio, el régimen ha arreciado su represión, encarcelando o desapareciendo opositores, persiguiendo a los testigos electorales y cercenando el derecho a la información de los venezolanos al tomar medidas contra las redes sociales y contra quienes las usen.
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Hubo países que, de inmediato, después de que la líder opositora María Corina Machado difundiera las actas, no solo reclamaron un escrutinio transparente, sino que rechazaron la actuación del CNE (que irregularmente proclamó a Maduro como presidente para un tercer mandato consecutivo) y reconocieron como presidente electo a Edmundo González Urrutia. Otros, en cambio, de la línea de izquierda, como Colombia, Brasil y México, si bien exigieron transparencia, asumieron una posición condescendiente con el régimen sin reprocharle la represión ni, mucho menos, aceptar la flagrante derrota de Maduro.
Después de 15 días de las elecciones y del reclamo de los venezolanos y de buena parte de la comunidad internacional, lo que ha quedado claro es que los presidentes Gustavo Petro (Colombia), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y Andrés Manuel López Obrador (Amlo, de México) han estado en diálogos para buscar una salida a la crisis. Ha trascendido que le han hecho ofertas a Maduro e incluso se ha considerado la posibilidad de que las elecciones se repitan, una opción que la oposición rechaza de plano, pues entiende que eso no haría más que darle de nuevo oxígeno a la cabeza del régimen.
Esas conversaciones, que hasta ahora no han dado señales de llegar a ninguna parte, son interpretadas por amplios sectores como una estrategia de los presidentes Petro, Lula da Silva y Amlo de hacer tiempo para que el régimen pase el chaparón y se consolide. Es entendible que semejantes negociaciones tomen tiempo, pues, para empezar, cuadrar las agendas de los mandatarios y sus cancilleres no es fácil. Y tratar de convencer a quien lleva 12 años en el poder y está por consolidar el arranque de un tercer periodo de seis años más tampoco resulta viable. Pero sin tener nada que mostrar hasta ahora, los tres presidentes corren el riesgo de quedar en evidencia.




Para esta semana, sin que aún se sepa la fecha exacta, está prevista una reunión virtual y directa entre Petro, Lula, Amlo y Maduro. Hasta ahora, las aproximaciones se habían hecho a través de los cancilleres. Coincide este anuncio con la información que se filtró este fin de semana, entre otros, por el periodista peruano Jaime Bayly, según la cual el gobierno de Joe Biden le habría ofrecido a Maduro dos opciones: si se queda, Estados Unidos lo saca y lo encierra, o se va a disfrutar de su fortuna en el exilio sin que Estados Unidos lo persiga. The Wall Street Journal también aseguró que el gobierno estadounidense le ofreció una amnistía a Maduro. Pero el régimen, como respuesta, ha endurecido su actitud.
En la más reciente de las medidas represivas, les viene cancelando el pasaporte a los venezolanos que ha identificado en redes sociales como opositores. Eso significa, prácticamente, despojarlos de su patria. Con esa estrategia agrede a quienes no puede encarcelar. La situación en Venezuela, con el paso de los días, se asemeja a lo que ocurre en Nicaragua, en donde el régimen de Daniel Ortega no ha tenido inconveniente en quitarles la nacionalidad a sus detractores, a quienes incluso expulsa del país.
De la nula intención de dialogar de Nicolás Maduro dan cuenta sus afirmaciones después de asistir, el viernes pasado, a la Sala Electoral del también chavista Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). “El único que tiene que negociar en este país con la Machado es el fiscal general”, dijo al salir de su comparecencia ante ese tribunal al que ni Petro ni Lula ni Amlo le reconocen autoridad para dirimir el problema electoral en Venezuela. “Es al CNE al que le toca decidir” han dicho los tres presidentes. “Que [Machado] se entregue ante la justicia y dé la cara y responda por los crímenes que cometió. De verdad es la única negociación que cabe aquí”, terminó Maduro.
Esta semana de diálogos entre Petro, Lula, Amlo y Maduro se cerrará con la convocatoria que hizo María Corina Machado, para este sábado 17 de agosto, a marchar no solo en las calles de Venezuela, sino en las de todo el mundo para reclamar el triunfo de Edmundo González sobre Maduro en las elecciones del 28 de julio. “Esta vez es distinto porque nosotros somos distintos”, dijo, y explicó que busca que el mundo apoye la victoria de la oposición y “reconozca la verdad y la soberanía popular”.
El tiempo que siga pasando corre en apariencia a favor de Maduro, pero también corre en contra de los tres presidentes que abrieron un compás de espera. Si al final de todas las gestiones que hicieron Petro, Lula y Amlo, el régimen de Venezuela se mantiene incólume, quedará claro que están perfectamente alineados, y sus discursos sobre democracia y respeto a los derechos humanos se quedará sin sustento. Además, a Petro le puede afectar la intención de que su proyecto progresista siga. La identidad que encuentran los electores entre él y Maduro le puede pasar cuenta de cobro en las elecciones de 2026.
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