“Aunque el desarme y la desmovilización han ido bien […], la reintegración no va tan bien”, aseguró Gilmour en un encuentro con un grupo de periodistas.

El responsable de Naciones Unidas, que visitó Colombia a comienzos de este mes, explicó que hay muchas evidencias de que por ahora numerosos excombatientes no han encontrado vías alternativas de ingresos tras dejar las armas.

La situación, subrayó, crea el riesgo de que esas personas regresen a actividades ilícitas, por ejemplo, uniéndose a grupos criminales.

El peligro se hace aún mayor por el “vacío” que se ha creado en ciertas zonas de Colombia que durante décadas habían estado bajo el control de las Farc y en las que no se han instalado por ahora las instituciones del estado, dejando la puerta abierta a actividades como la minería ilegal o el tráfico de drogas.

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“La experiencia de la ONU en otros lugares (…) señala que cuando la reintegración no ocurre, la paz en sí misma no es sostenible”, señaló Gilmour.

Otra de las principales inquietudes para Naciones Unidas es el incremento de los asesinatos de activistas y de líderes comunitarios en el país.

“Los números están aumentando y estamos muy preocupados”, dijo Gilmour, que recordó que Colombia tiene una de las tasas más altas de asesinatos de defensores de los derechos humanos en todo el mundo.

Aunque la ONU prefiere no dar cifras globales, tiene constancia de toda una serie de casos, incluidos los últimos registrados en Tumaco, donde esta semana fue asesinado el líder comunitario José Jaír Cortés.

Gilmour dejó claro que Naciones Unidas no culpa al Gobierno colombiano de estos ataques, pero sí cree que “todo el mundo podría hacer más para detenerlos”.

“Podría haber mensajes inequívocos del Gobierno, de la Policía, de la Justicia de que estos asesinatos de defensores de los derechos humanos tienen que parar”, indicó.

Para la ONU, es también muy importante que se lleve a los responsables ante los tribunales, no sólo a quienes aprietan el gatillo, “sino a quienes dieron la orden”.

Según la organización, la rendición de cuentas es además clave en el marco del proceso de paz en todo lo que se refiere a crímenes del pasado.

“Ha habido crímenes absolutamente terribles cometidos en Colombia”, recordó Gilmour, que destacó el caso de los llamados “falsos positivos” o ejecuciones extrajudiciales de civiles a manos de uniformados para presentarlos como guerrilleros muertos en combate y conseguir beneficios.

Según recordó, no ha habido ninguna figura de alto nivel a la que se haya hecho responsable de esos asesinatos.

“Desde un punto de vista de derechos humanos, creemos que el futuro requiere rendición de cuentas por crímenes de esta magnitud”, añadió Gilmour.

EFE