
No es frecuente que la Selección Colombia llegue a finales de campeonatos internacionales, que quede en lugares de honor y que sea reconocida por las autoridades deportivas como de las mejores. Lo que sí es muy común es que el equipo nacional despierte el fervor del país, independientemente de sus resultados, pues los colombianos, sin importar credos ni ideologías, se funden en un solo espíritu cuando el combinado patrio juega.
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Desde hace mucho tiempo, la Selección Colombia es un símbolo nacional, o por lo menos un catalizador del sentimiento por la bandera, el escudo y el himno. Nada, ni la misma celebración de los días nacionales como el 20 de Julio o el 7 de Agosto, despierta el nacionalismo como el equipo de fútbol que nos representa. Esto ocurre porque el país ve en estos muchachos, sobre todo cuando llegan a instancias definitivas, los mejores exponentes de una generación.
Los jugadores de la Selección no solo representan a los hijos, hermanos y amigos de todos los colombianos, sino a las diferentes regiones del país. Son, ellos sí, símbolo también del concepto de ‘unidad nacional’ tan trillado por los políticos. El valor del equipo no es la suma de lo que cuestan cada uno de sus futbolistas en las ligas donde juegan, ni lo que representa en ingresos para las empresas que lo patrocinan. Su valor radica en el profundo sentimiento que despiertan en todos los colombianos, desde los más chicos hasta los más viejos.
Por eso es que cuando han llegado lejos, el país los ha recibido multitudinariamente. En Brasil 2014, la Selección Colombia cumplió su mejor actuación en un Mundial al llegar hasta cuartos de final, logro que fue reconocido con un masivo recibimiento en el parque Simón Bolívar de Bogotá, donde los jugadores subieron a tarima, saludaron, bailaron y le retribuyeron al público sus muestras de gratitud.
Y en 2018 la escuadra nacional, pese a quedar eliminada en segunda ronda de la Copa del Mundo de Rusia, también tuvo un acto de bienvenida, aunque menos pomposo, ya que solo hubo un desfile del bus de los jugadores desde el aeropuerto El Dorado de la capital de la República hasta un céntrico punto de la ciudad. Ese recorrido estuvo rodeado de una multitud de aficionados que se conformaron con ver pasar al vehículo, pues no hubo escenario ni nada más.
Pero ahora, que llegaron al subcampeonato de la Copa América 2024, tuvieron un discreto arribo al país, tan lánguido como si hubieran sido eliminados en la primera fase. “Llegaron todos cabizbajos, como si hubieran cometido un delito y hubieran sido deportados de Estados Unidos y enviados en un avión de la DEA, cuando los del delito fueron todos los demás”, se quejó, furiosa, Vanessa de la Torre, de Caracol Radio.
La razón: un recibimiento multitudinario habría estado supeditado a la presencia del presidente Gustavo Petro, algo que, de acuerdo con el periodista Javier Hernández Bonnet, rechazaron los jugadores por no querer ser políticamente usados. Ellos, de acuerdo con el comunicador, habrían preferido que el homenaje se les hiciera con el público sin llegar a la Casa de Nariño, sino a una sede neutral como la Federación.




Con todo, y dado el significado de la Selección y su poder de convocatoria, el mandatario sí hubiera podido llamar a una de las marchas que tanto le gustan, aunque sacrificando el hecho de que esta vez él no sería el centro de atención. Invitar a los colombianos a recibir a su selección hubiera reunido a personas incluso con diferencias políticas (cuando se ponen la camiseta de la Selección no hay partidismos ni partidarios, sino solo copartidarios) avanzando en la idea de unidad nacional. Le hubiera dado sentido al día cívico que decretó.
Si, como afirmó el jefe de Estado este martes en X, le disgustó “que a muchachos tan valientes se les reciba de manera tan triste”, lo razonable es que invitara a salir a las calles por ellos, por “esos jóvenes desilusionados [que] son la guía más clara para nuestra juventud y niñez”. El presidente también escribió que “tenemos una de las mejores selecciones de fútbol del mundo” y vitoreó al equipo y a sus “valientes”. Finalmente, pidió “menos apariencias falsas, más realidad”.
Pero la realidad muestra que, en lo que lleva de gobierno, el presidente Gustavo Petro ha convocado ocho marchas —sin contar las sesiones de Gobierno con el pueblo o los conciertos que ha organizado a favor de Palestina y de las víctimas—, en todas las cuales el centro han sido él o sus proyectos. Una por la Selección hubiera superado las otras.
Marchas que ha convocado Gustavo Petro en su Gobierno:
- 6 de febrero de 2023, convocó a la plaza de Bolívar para radicar el Plan Nacional de Desarrollo.
- 14 de febrero de 2024, convocó movilización a favor de la reforma a la salud.
- Primero de mayo de 2023, convocó a la Plaza de Armas, y se produjo el primer gran remesón ministerial, cuando sacó a siete ministros.
- 16 de marzo de 2023, radicó la reforma laboral y volvió a llamar a las calles.
- 27 de septiembre de 2023, convocó marcha a favor de sus reformas porque aseguró que en el Congreso se las estaban saboteando.
- 8 de febrero de 2024, convocó una de las más polémicas cuando se iba a elegir fiscal general, con graves presiones a la Corte Suprema.
- Primero de mayo de 2024, convocó a marcha para dar respuesta a las multitudinarias manifestaciones contra su gobierno el 21 de abril.
- 16 de julio de 2024, convocó para la firma de la reforma pensional.
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